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sábado, 23 de julio de 2011

UN DETONADOR EN EL CEREBRO DE LA BESTIA

Dos huevos duros, café y tostadas en el desayuno igual caen rematadamente mal en el estómago de la Bestia. Por mucho que planifiques el día, por mucho que lo visualices es difícil hacer realidad una intención, una idea, una monstruosidad, aun cuando sea llevada a cabo por el mismísimo monstruo.

Esa mañana, fuera por lo comido, por los nervios o por su propia cantidad de podredumbre en la médula, le dolían las tripas y le sudaban las manos ya manchadas de sangre inocente antes incluso de derramarla.

Compró el periódico y veía su foto en primera plana con un titular del tamaño de una tormenta que despoja de sol a todo un país, pero que así evita que nadie sufra quemaduras, insolaciones o melanomas: El nuevo Mesías por fin viene para hacer justicia.

De camino a casa tiró la prensa recién adquirida sin haberla leído. Le mandó un mensaje de móvil a su madre bastante cariñoso, encendió una vela bajo la imagen de un santo y salió de casa dando un portazo.

Un día después, su madre sintió un inconsolable rechazo hacia su vientre y el santo de la imagen, incrédulo y espantado, apagó la vela con un último soplo mezcla de dos brisas: la melancolía y el fracaso.

No llegó el Mesías, llegó el luto.

1 comentario:

  1. Cuando creas uno de estos escritos, siempre se me pone la carne de gallina, saboreando cada párrafo... ¿duro? sí ¿genialidad? siempre

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