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viernes, 5 de agosto de 2011

DECIMONÓNICO

Me gusta el orden con pelusa, la puntualidad en un viaje en el tiempo, la grapadora dispuesta a morder con sus dientes de oro sin faltarle ni uno y me gusta no perderme ni el logo inicial cuando veo una película.

Cuando está a punto de desaparecer la tinta de un boli me tranquiliza haber comprado otro con un mes de antelación, por si la fatalidad se cumple a horas intempestivas.

Es agradable escuchar a tu cuerpo y obedecer. El mío es un tirano de delicadas formas, me engatusa sin parecer imperial, sobre todo cuando se trata de ordenarme con exquisita delicadeza que busque mi estado natural: la horizontalidad. Yo, ingenuo, pusilánime y de honestidad dudosa, acepto.

Me gustaría vestir de traje y corbata en todo momento y lugar, sobre todo cuando voy a la biblioteca, a la tienda de ultramarinos o al videoclub, pero mi desgarbada naturaleza ha dejado claro que todo es susceptible de verse con humor menos la elegancia.

Cada mañana voy corriendo con ilusión hacia el espejo del aseo, por si la noche me metamorfoseó en un educado galán, pero termino miccionando como Gregorio Samsa.

Adoro el olor de las páginas de los libros, tanto que puedo distinguir con los ojos cerrados el lugar que ocupan en mis cajas de mudanzas sin desprecintar, un Clarín, un Poe o un Galdós. Me gusta saber que están ahí, a la espera de que en un futuro no muy lejano los lea uno a uno por orden alfabético, o de que la pelusa los entierre a todos mis contemporáneos con el debido respeto y orden.


1 comentario:

  1. Oyendo la canción y leyendo tu relato, me ha venido un olor a libro antiguo. Me encanta la mención a Frank Kafka, creo que la ilusión por la lectura "no actual" te la debo a ti. Saber que tienes libros de conocimiento encerrados en cajas, aun sabiendo que están ahí, ordenados, tiene que darte una sensación de añoranza... pensando en la caja como un símil

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