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viernes, 30 de septiembre de 2011

¿HACEMOS NADA?

Aun cuando no parece que se haga nada, puede hacerse todo.

Es viernes por la tarde. Llueve ligeramente. Mi nariz está pegada al cristal humedecido y la respiración es perezosa, incapaz de forzar un vaho, de mostrar interés, de ser apenas vital.

Nada de lo que había que hacerse se ha hecho y no parece importarme. Afuera el mundo estalla impregnado de necesaria actividad y no me importa.

Mi cerebro está detenido bajo el peso de una inmensa apatía. Anestesiado por continuas olas de contemplación cerceno el yugo de la responsabilidad y resbalo dulcemente por el tobogán del deshielo.

Borrar ocasionalmente las cargas viene bien para seguir soportándolas.

En la calle circula gente que nunca se ha detenido y su dirección hacia el barranco es inevitable. La veo caer gesticulando e imagino que saludan alegremente. Quizá me pasa porque no recuerdo otra posición que la que ocupo en el vacío y al no hacer nada parezco suspendido.

Aun cuando el empuje leñoso de mi árbol cortado me lleve al suelo, no podrá desvalijar mi ilusión de seguir manteniéndome enhiesto por no haber hecho nada para evitarlo.

jueves, 22 de septiembre de 2011

ALGO PARECIDO AL FIN

El fin del mundo se completará cuando la acumulación de desgarros imperceptibles hagan imposible la reconstrucción de las costuras.

Un fallo en la soldadura, un error vestido de acierto, un amor desarrollado por odio, un beso con saliva envenenada, un encuentro desafortunado, un falso altruismo, el progreso travestido de necesidad, un encanto salido de las manos de un trilero y la más profunda fatalidad se combinarán sin remedio.

Agotado el impulso decente quedará la brasa de la indiferencia como humo sublime de algo que será menos que nada.

Habrá llegado la caducidad profetizada como un producto perecedero de supermercado.

Las trompetas celestiales serán sopladas por coros de ángeles caídos y sólo quedará la coda.

El viejo mundo terminará su vida laboral sin derecho a pensión no contributiva.

Se hará justicia cuando el final de la locura se complete.

Como todo ello lo veo venir, voy a dedicarme a hacer lo posible por no añadir más penuria a mi alrededor, por quitar hierro a la explosión final, por sonreír más de lo normal, por derrochar caricias como un volcán furioso y diluir mi alma en azúcar.

Aunque no lo consiga, aunque el ulterior intento muestre mi desfachatez al intentar lavar la imagen de un mundo moribundo, falso y desgarrado al que pertenezco, lo intentaré con toda la fuerza de mi lóbrega alma enferma, cual gusano mentiroso que soy.

El fin del mundo me asusta.


jueves, 15 de septiembre de 2011

LEVES INCLINACIONES


Llegaron elecciones a un país vencido por decreto, inclinado para depositar papeletas en urnas a la altura del suelo.

El Presidente de la mesa electoral sonríe dejando brillar un diente de cobre y la vocal hace gárgaras con la boca pequeña al cantar el nombre del único ciudadano que aparece. Ha terminado la jornada y sólo un voto se recuenta. Quedan restos del ágape y una bolita de papel de plata queda en un rincón como la última luciérnaga de acero que ilumina el fracaso de los grandes partidos.

Las ruedas de prensa se retrasan. Con tan deslucido resultado, los asesores tienen dificultad a la hora de escribir el discurso de victoria de los candidatos. En anteriores consultas, las gráficas de las televisiones eran una tarta, ahora es un palillo con una leve inclinación.

Las banderas bajo los balcones de las más afamadas sedes no tienen manos que las hagan ondear. Las musiquillas de los partidos no sirven ni para hacer el amor.

En las principales calles de la nación sólo quedan aves comiendo geranios.

El Gobierno en funciones es un escuálido ente sin más promesas por incumplir.

A los mercados no les queda incendios por desatar.

Los trenes llegan vacíos y desencantados a la estación del norte. Pero una leve inclinación del último vagón lleno de urnas muertas, alienta con su decadencia la inspiración de un poeta extranjero despistao que pasaba por allí, para escribir versos de esperanza que publicará con gran éxito en su joven y todavía no inclinado país.

En cuanto comenzó a triunfar, consiguió dinero prestado, poder político y una leve inclinación que nadie supo adivinar como el principio del fin.

De él y de todos.


viernes, 9 de septiembre de 2011

CRECER PARA QUE OCURRA

Una suave caricia con un puño de hierro, un golpe feroz con una palabra apenas susurrada.

Un falso testimonio para que espabiles, una verdad cruda para que te adormezcas.

Un sueño con visos de realidad, una materia objetiva como un narcótico.

Creciendo por entre promesas rotas y esperanzas estampadas en un callejón sin salida.

Cruces de caminos con señales de la uña del diablo indicando el menos conveniente.

La juventud se evapora aunque se encierre en un búnker forrado de carteles de Peter Pan.

Las flores más bellas antes se marchitan.

Las oportunidades se pillan con céntimos de alegría.

Los besos se cuentan por el número de los que no se dieron.

El mejor virus es recibir un abrazo aunque el riesgo no haya merecido la pena.

Si creces confiando en tu corazón libre de impurezas, nada te hará daño.

Podrán arañarlo, romperlo incluso, pero no sabrán que los latidos dados con el alma son materia de otro mundo y no están al alcance de nadie.

REUNIDOS

Un viento apacible recorre las lápidas en un camposanto lleno de despedidas que contienen a partes iguales tanto "Hasta prontos" como "Hasta nuncas".

Nuestra cultura funeraria es de caja y tapia, pero eso ahora está cambiando. Sea por la crisis, por el desapego a la tierra o por simple sentido común y utilitario, vienen tiempos de fuego y urnas sobre baldas vacías de libros de las estanterías del salón.

Me da pena intuir que los cementerios desaparecerán. Me gustan. Lo digo en serio, pasear por ellos me hace sentir vivo. Si me encargaran escribir guías turísticas sería la primera sugerencia que haría, por la belleza de su silencio, de las flores y de lo que supone acabar todos juntos a pesar de las pasadas diferencias y rencillas. Juntitos y en armonía. ¡Qué bien!, con lo cabrones que hemos sido.

Estancados. Libres de piel, carne y fluidos perecederos. Algunos con foto en su ficha, posando para la posteridad, intentando parecer humanos inofensivos, felices.

Intentando con una media sonrisa olvidar lo mediocres, defectuosos y amargados que fuimos.

viernes, 2 de septiembre de 2011

OUTSIDE SOCIETY


"Las cosas que vemos son las mismas cosas que llevamos en nosotros.

No hay más realidad que la que tenemos dentro.

Por eso la mayoría de los seres humanos viven tan irrealmente; porque cree que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse.

Se puede ser muy feliz así, pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría."



Texto de Pepa Ruiz