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viernes, 9 de septiembre de 2011

CRECER PARA QUE OCURRA

Una suave caricia con un puño de hierro, un golpe feroz con una palabra apenas susurrada.

Un falso testimonio para que espabiles, una verdad cruda para que te adormezcas.

Un sueño con visos de realidad, una materia objetiva como un narcótico.

Creciendo por entre promesas rotas y esperanzas estampadas en un callejón sin salida.

Cruces de caminos con señales de la uña del diablo indicando el menos conveniente.

La juventud se evapora aunque se encierre en un búnker forrado de carteles de Peter Pan.

Las flores más bellas antes se marchitan.

Las oportunidades se pillan con céntimos de alegría.

Los besos se cuentan por el número de los que no se dieron.

El mejor virus es recibir un abrazo aunque el riesgo no haya merecido la pena.

Si creces confiando en tu corazón libre de impurezas, nada te hará daño.

Podrán arañarlo, romperlo incluso, pero no sabrán que los latidos dados con el alma son materia de otro mundo y no están al alcance de nadie.

1 comentario:

  1. En este relato me he perdido un poco... encuentro la pérdida de la niñez, los golpes de la vida que te hacen madurar y que si puedes conservar la ilusión y pureza de la juventud la vida es llevadera...

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