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jueves, 5 de abril de 2012

Nº5



En el colegio era muy mala en conjugación. No paraba de hacerle pellas al presente. El pasado, de tan imperfecto, me resultaba imposible de enunciar.

Solo se me daba bien el futuro. Gracias a él lograba sacar un 5. No sabía que este numero iba a ser mi numero fetiche, mi más fiel compañero.

El pasado no era más que el agujero negro de mi cerebro, un telón rojo acribillado de estrellas. Lo malo es que ahora, el futuro, que siempre concebí como perfecto, se ha vuelto en mi contra, por ser, de por su sí, pura ficción. Se ha ido acumulando en mi agujero negro. Pozo de aguas negras sería la palabra adecuada. Pozo que rebosa, roe mi cabeza y de paso ha teñido las estrellas de un marrón putrefacto.

Como ya he dicho antes solo sabía conjugar el futuro pero además de esto solo lo sabía hacer en primera persona del plural: nosotros.

Un conjunto que siempre concebí como un absoluto. Un nosotros que hubiese querido todo lo que yo anhelaba.

¿Porque no vienes ahora, nosotros de mi infancia? ¿Porque no vienes a darme un beso antes de que me aspire este sueño de boca pastosa? ¿Porque no me raptas del llanto de mi almohada y de la oscuridad que trepa por mis brazos y los llena de hielo? ¿ Porque tardas tanto? Dime.

Me responde un eco, un eco lejano, difuso. El eco de mi gastado yo. Un yo que solo supo reinterpretar mi pasado. Con todo el glamour del futuro perfecto.

Texto de Pepa Ruiz

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