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viernes, 27 de julio de 2012

GEO-ESTACIONAMIENTO EQUIVOCADO



La necesidad de cambiarte es igual a la capacidad de mejora que yo tengo. O debería ser así. Por tanto hablamos de cero. 

Si odio o deseo, simplemente se debe quedar en casa. 

La denostada palabra respeto no está de moda. Llamadme anticuado, incauto, papafrita. Soy todo eso y más que me callo por no regodearme en la ruindad. 

Bastante tengo con intentar domeñar al ser que habita en mi. Gigante empeño que rara vez consigo. 

Al nacer caí en mi, sufriendo un caso irrefutable de geo-estacionamiento equivocado. El responsable de escribir las coordenadas estaba ebrio y en una rave.
A mi no me tocaba ni este cuerpo, ni esta cabeza, ni esta alma atribulada. Lo juro por mis padrinos. 
No debería necesitar ayuda, pero la necesito tanto como la necesidad que siento por querer cambiarte. Pero una pizca de lucidez (que no tendría si fuera quien debería ser) me hace agachar la nuca ante tamaña insensatez.
Una y otra vez me enfado con el culpable de mis trastornos. Yo no tendría que ser este que soy. Todo por un quítame allá esas coordenadas en un GPS más desactualizado que un casete de chromo. Y eso que el código binario, cuando yo nací, se escenificaba en el descampao:  o te da la piedra en la cabeza o no te da.
¿Con quién andará mi auténtico cuerpo? ¿Habrá dado la vuelta al mundo? ¿Habrá acabado el hoyo veintitrés bajo par? ¿Tendrá hijos ilegítimos? ¿Tendrá en el hall una foto dándole la mano al rey? ¿Habrá subido en globo?



jueves, 19 de julio de 2012

DEMASIADA SED


Hay un ogro sediento en su estómago, dunas en sus pulmones y astillas en su corazón horadado. Agota las botellas de colección como quien mal vende su único tesoro. Pisa cascos vacíos convirtiendo su casa en un centro de reciclaje de vidrio.
Sed de grados embotellados, esparcidos, derramados. Nunca había sentido tanta soledad destilada, tanta dipsomanía acumulada. La sed no se calma ni tras el vómito. Decidido sale a cumplir su decisión de hidratarse con más botellas sin importarle la añada, el precio o la etiqueta. Vuelve con los brazos como expositores de bebida: vino, tequila, whisky, cava, licor... Dará buena cuenta de todo sin orden establecido con la pulcritud que le permita su aguante; pero un corazón roto no tiene límite, sólo tiene sed. Decidir saciarla supone buscar con determinación no volver a sentirla. Todavía le queda ausencia y se lo toma con calma. Se desmaya con tranquilidad, sabiendo que al despertar no le entrará el pánico. Para desayunar tiene tres botellas de cava, dos de tequila y una reconfortante sed renovada. 
A media tarde su riego sanguíneo impulsa espeso alcohol. 
A media noche consigue derrotar al ogro. 
Al amanecer las dunas del pulmón son nubes y las astillas son pasta de carbón fundido que rellena totalmente su corazón calado.

jueves, 12 de julio de 2012

¿DE QUÉ COÑO VAS?


No se cómo entenderte, escribir tu ficha en mi archivo, esquivar mi prejuicio, ensanchar mi comprensión.
Si vas por libre, soy libre de no seguirte.
Un segundo nos separa pero, es una eternidad para quien el tiempo no existe.
Miro tu comparecencia como quien ve llover. 
Tu importancia es tan relativa que suena a golpes de martillo sin clavo.
Si diriges tu ejército hacia la batalla, asegúrate de que el enemigo sea tan miedoso como tu. 
No se puede conquistar lo que no se tiene.
Arrastrar espíritus indolentes no es una victoria, por muchos que sean. Siempre quedarán amotinados, por pocos que sean. 
Los mercenarios te defenderán hasta que encuentren a otro que mejore tu oferta.
Debe ser muy estresante sentir en tu nuca el frío de la traición. 
Dentro de todo monstruo hay una alma encarcelada, maltratada, furiosa. Con ansias de venganza. Lo sé y ahí acaba mi compasión. A quien le vence el odio, por muy justificado que esté, se aleja de la humanidad de tal forma que llega a perderla.
No soy mejor que tú. No te hablo desde la ejemplaridad. Pero mi monstruo no lo ha creado nadie que no sea yo. Y no me entiendo. Y me siento furioso y con ganas de venganza; pero contra mi fealdad, mi debilidad y mi cobardía.

viernes, 6 de julio de 2012

TABERNA SOLEDAD


Se levantó tras la enésima caída sabiendo que el próximo paso ocultaba un nuevo tropiezo.
Entró en la taberna acompañado de soledad y fatiga. 
Buscó el final de la barra. Lo suyo, lo que termina, lo que no acaba.
Lleno de sed gastó la cartera con el objeto de saciarla sabiendo que las horas no acaban cuando el picor no se calma solamente con sus manos. 
Un abrazo en venta se acercó. Pero lo dejó correr sabiendo que tras el roce, el vacío sería aun mayor.
Se arrastró moribundo hacia la calle donde le esperaba un sol de justicia.
Un día más tras la nada, otro esfuerzo disparatado, otro calculado revés.
El tiempo pasaba arañándole, despellejando su corazón vencido, invalidando su gastada agenda de hojas muertas.
La tozudez podría ser un handicap, sobre todo cuando el fracaso dibuja un círculo pero, si lo agotas y dejas de buscarlo quizá se rompa y se desperece como una línea recta. Entonces avanzar es obligado. Y lo atrás se quede en el ídem y lo adelante oculte un premio inesperado. O no.
Entró en la taberna para cumplir el rito. 
Salió más borracho que de costumbre. 
Volvió a casa tropezando con su sombra.
Y un compasivo vómito le evitó la próxima resaca.