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jueves, 4 de octubre de 2012

SALTO AL VACÍO



Los pantalones cortos producen rodillas raspadas. Levantarse temprano para ir al colegio deja camas vacías y ojos hinchados. Los palos que se atan en jóvenes plantas para evitar crecimientos torcidos pueden dar frutos de plástico, a no ser que el organismo salte de la maceta al vacío. Y las fuerzas naturales desatadas conformarán espíritus grandiosos. También los habrá mezquinos y anodinos. Pero libres. Trajes bien planchados no aseguran personas impecables, igual que recios bigotes no garantizan testosterona. Descubrir el mundo por uno mismo activa la adrenalina sin aditivos. Resulta emocionante sentir la ciudad a tus pies, temblando de deseo antes de ser quemada por completo. Comer callejones a bocados; respirar vida sin máscaras; erizarse bajo la lluvia un sábado por la noche: reír a bofetadas; divertirse con los colegas de siempre en bancos de piedra tatuados con pintadas en el parque de farolas rotas donde todo es posible. El entusiasmo, el hechizo y la fascinación moran entre el salto y la caída. Tras el golpe viene el recuento de cardenales, la pena, la enfermedad y la muerte. La cruda realidad disuelve los sueños. Sin compasión. Nuestro trabajo es atesorarlos en la forma que podamos. Saltar al vacío es vivir. Que nadie te suplante.

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