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jueves, 9 de mayo de 2013

CORAZONES ROTOS Y RECICLADOS



Amores usados, tirados al contenedor sin bolsas anti-goteo, un domingo por la noche, con el pijama puesto y la conciencia tranquila. Es cuestión de emplazamiento. Si ocupas el lugar del klinex te toca sufrir; si estás limpio de mocos y en cama, te toca soñar placenteramente.
Un basurero le comentó a un desconocido en una charla de bar que cada noche se le partía el alma al recoger corazones rotos en vez de inmundicia. El fulano a quien dirigía sus inquietudes le replicó, no sin cierta retranca, que para ser operario del descombro tenía una sensibilidad de cristal cercana al atildamiento y una percepción errónea. Claro que recogía inmundicia, pero inmundicia enamorada.
Un bote atado a un coche de recién casados se alegra por abollarse de camino al aeropuerto. Al principio los golpes son caricias si forman parte de una ilusión. Ilusión  que al final inexorablemente se fractura, liberando todo el dolor que desde el principio allí estuvo. Los cardenales atestiguan la púrpura ingenuidad. 
Un anciano de corazón mil veces partido y reciclado ríe a carcajadas enseñando la carne de dientes huidos al paso del camión de la basura. 

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