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jueves, 30 de enero de 2014

AMORES DESORDENADOS


En un rincón de la mente enferma se archivan los deseos más ingrávidos como subrepticios cardenales de pasión en una caja fuerte sin llave. El amor se engarza en el daño como la emoción en el peligro y la posesión en la entrega. 
Los latidos se baten mejor con tenedores herrumbrosos que con castas plumas de ángel. El enamoramiento fructifica mejor en un delirante lodazal que en una amable parcela. 
El deseo es un error impecable. Un habitáculo sin luz de sombras infinitas. Un pulcro golpe grasiento. Una pelea amañada. Sencillamente, un fatídico desliz. 
Los amores desordenados se acumulan en el dietario de la humanidad como las dignas soledades en los olvidados archivos de la ruptura humana. 
El amor no se mide por la cantidad de golpes recibidos. A no ser que sean recibidos por mentes enfermas o por corazones desorientados.    
El corazón es una máquina extraña, tanto como al cuerpo que pertenece. 
La vida es un escenario extraño, tanto como al mundo al que pertenece.
Por tanto el desamor es en definitiva un amor golpeado, pero ordenado.

jueves, 23 de enero de 2014

HOGARES ZANAHORIA


Todo el mundo necesita un hogar, pero no hay tanto calor para tanto frío. Hay casas sin amor, sin techo e incluso sin gente. En los buzones de una edificación recién terminada se acumulan avisos de desahucio. Desde el origen la toxicidad se ha desatado. Son tóxicos los préstamos a las constructoras, los planos de los arquitectos, los materiales y hasta los folletos publicitarios prometiendo hogares zanahoria. El mejor barrio es el que tiene más puentes. Allí, los mendigos no se atreven ni a pedir. En los puertos de ciudades con costa ya no atracan barcos, simplemente van a la deriva. En las promociones situadas lejos del mar los pisos pilotos no reciben posibles compradores, simplemente sufren atracos. Las casas prefabricadas hacen honor a su nombre y ni siquiera empiezan a hacerse. En estos tiempos la cosecha es tan improductiva que no da ni para zanahorias. Cuando no queda nadie para ser engañado, los trileros pierden el interés en mostrar su arte. Cuando no hay sangre que chupar, los condes vuelan blanquecinos hacia sus ataúdes de oro y grana. Todo el mundo necesita un hogar, sobre todo cuando las cosas se vuelven realmente difíciles. 

jueves, 16 de enero de 2014

EL OTRO BARRIO



La ley demográfica se ha inclinado a favor de la muerte. El recorrido se estrecha por la presión de los años en las columnas de cristal y por la dura sequedad en las viejas almas. Si el mundo conocido comienza a desaparecer quizá lo más apropiado sería dejar de hacer planes de futuro. Si el olor a tierra revuelta está en todos lados, mejor sería entregarse a ella sin hacer apenas ruido. 
Hay sepulturas esperando oportunidades. 
Las pasiones se archivan en necrópolis, tal vez por falta de estímulos. Los seres más canallas llegan y callan. Los más violentos suspiran por recibir lo que dieron. Y los demás tan solo depositan lo que ya no importa. Nadie quiere ser enterrado en un lugar que nadie recuerde pero, esa voluntad no se otorga el último día, se va fabricando desde el primero. 
Ya no caben más muertos en esta tierra. Ni en la otra. El hacinamiento colapsa cualquier desagüe. Nadie dijo que un bonito funeral te excluya de morir. Los espíritus vienen y se van con el frío viento del capricho esparciendo frágiles huesos por la tierra de la nada. El mundo es un cementerio rebosante incapaz de recibir más lágrimas fosilizadas. Tiene el estómago a punto de explotar y desea reventar. Desea tener un merecido descanso obedeciendo a la ley demográfica. 
Y encontrar un cementerio en cualquier piadosa estrella.

jueves, 9 de enero de 2014

LLEGARÉ EL ÚLTIMO



Encenderé varios cigarrillos frente a tu tumba para que seas un fumador pasivo compulsivo. Llevaré el dispositivo de sonido móvil cargado con la discografía completa de GG Allin y no me iré hasta que tu imagen de foto-cerámica mueva las manos sin poder decidir si las pone en la nariz o en las orejas. Apoyaré en tu jarrón con flores del todo a cien la fotocopia que conservo de la entrega de medallas de aquella carrera en la que fuiste bronce y yo último. Ese día, muy de mañana, limpiaré con esmero mis Martens para bailar sobre tu tumba, como hace el soldado con sus armas antes de entrar en combate. Derramaré sobre tu tumba con fingido disimulo un cartón de vino del más peleón, para que los cadáveres de tus vecinos no tengan más remedio que cuchichear. Conseguiré que el encargado del cementerio me tire a patadas y me declare persona non grata. Me armaré de valor para insultar a un muerto: ¡Papanatas! ¡Desorejao! ¡Ratón con mallas!
Si un suponer yo no llego el último, no te tomes estas palabras como algo personal; sabemos que siempre has sido un puntito suspicaz y que el sentido del humor no se te otorgó en demasía… ¿Qué ostias hago yo flojeando, si toda mi puta vida se cimienta en llegar el último? 
No queda otra. Llegaré el último.

jueves, 2 de enero de 2014

NUNCA CAMBIAREMOS



Siguiendo la estela del voraz silente quedamos por siempre atrás, ajados por el inútil esfuerzo de intentar alcanzarle, humillados por la patética ambición. Quien avanza por el cielo no tiene competidores a ras de tierra. El deseo por sí solo no se cumple sin un algo de suerte y un todo de oblación. Ultimamente las líneas aéreas no tienen demasiado tráfico, ni demasiado prestigio. Las piernas no se hicieron para volar. Ni la ramplonería para trascender. El licor barato inunda estómagos podridos como la ceguera perpetúa amaneceres. La ardiente calma transita sinuosa por los callejones nocturnos del asesinato. Las mujeres han decidido no parir más monstruos. Los violadores acechan almohadas. Y la medicación se ha suspendido por falta de interés. En cada hogar, frente al televisor, se apilan cadáveres. Los bomberos ya no acuden a las llamadas porque saben que no se trata de incendios sino de incineraciones. Los abrazos son de ahogo, los besos de mordeduras y los amores de traición. Basta seguir la pista para saber que nunca cambiaremos. Para saber que los reyes son despojos aromatizados. Para saber que los líderes son malolientes zombis sin cabeza. Y para saber que el resto somos carne de esclavitud condenada a no cambiar jamás.