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jueves, 19 de febrero de 2015

AMOR EN BRASAS


No hay canciones de amor. Son todas de amor en brasas, humos de amores calcinados. Hasta las que hablan de las primeras chispas son solo una llamada a los bomberos. Todos los amores acaban igual, extinguidos. Solo se diferencian en la cantidad de ceniza que dejan. Unos arden rápido, otros lentamente, pero, la mayoría olvidan la combustión. Tengo un amigo bombero que llegó a una lastimosa conclusión tras examinar decenas de incendios amorosos. Me dijo sin temblar que el amor no existe. Yo le dije, algo inseguro eso sí, que, de tanto manejar conceptos científicos, había perdido de vista el significado real de la palabra amor. Le dije con tenue voz para no ofender su intachable profesionalidad que, quizá el amor no sea amor si no ha sido abrasado, machacado, fundido hasta la desaparición. Él me miró con dulce paternalismo y, sin decir nada, me abrazó como se abraza a un amigo al despedirse en una estación. Supo en ese instante que yo sería uno más de los troncos condenados a la próxima hoguera que él debería apagar.

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