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jueves, 12 de marzo de 2015

GIRO DE TRESCIENTOS SESENTA GRADOS


Hace falta una vuelta completa para revivir emociones perdidas. El mareo las proporciona como mágico empujón de desorientación. La revuelta promete lo que cumple. Nada es falso si se siente. Mientras, la vida se va perdiendo en los sórdidos callejones del error. La necesidad de inventarse por enésima vez, agota. Hay más probabilidades de encontrar extintores caducados e inservibles cuando el fuego lo calcinó todo que cuando acaba de prender. Solo se piensa en la segunda oportunidad cuando la primera dio al traste. El círculo lo simboliza con exactitud. Tras la cúspide solo hay bajón. Tras la euforia solo hay hastío. Y tras la muerte solo hay más muerte.
Salir de un mal paso no es fácil si el camino se diseñó torcido. Las curvas son tan seductoras como engañosas, te devuelven al principio del final. En algún momento todo hijo de vecino necesita un cambio, o dos. Todas las almas necesitan regeneración antes de llegar a desaparecer. Todo el mundo ansía nuevas sensaciones al ser atropellado por la tozuda rectitud de la realidad. Y todo el mundo da un patético y desesperado giro de trescientos sesenta grados para cambiar nada.

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