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viernes, 23 de octubre de 2015

EMPIEZA EL FINAL


Traspasado el fuego queda la lluvia ácida de la descomposición cayendo sobre mí.
Vástagos del desorden anuncian la resolución y me desmorono como ciudades carcomidas por la debilidad ante el pecado. Las alarmas se disparan y no sé detener sus gritos. En el fondo lo sabía aunque, a ver quien es capaz de impedir el descenso. Nadie tiene las manos suficientemente grandes y fuertes para ello. Cuando comienza el final solo puedes elegir dejarte llevar. Con digno estilo o sin él.
Al salir, bajo el umbral estallo en lágrimas, de igual modo que lo hice al entrar. Inconsolable me muestro, sin importar si es apropiado o no. El mundo seguirá sin mí y no le importará una mierda. Dejaré de ser un testigo privilegiado para convertirme en otro vulgar inútil proyecto malogrado. Mi pequeñez es tan enorme que me sobrepasa. Aun así, me rebelo ante un final tan ineludible como cruel y me agarro a la vida como si la muerte no fuera conmigo.

sábado, 17 de octubre de 2015

NO SE DEBE MORIR EN UN DÍA SOLEADO


La piel olía a membrillo, el café a despertar y los problemas a próximas soluciones. Sin quererlo fluía el día inquieto, luminoso y azucarado. Las nubes mínimas eran ligeros acentos en las estrofas de un sol exultante. El automóvil arrancaba a la primera y la radio no daba abasto para tantas canciones bonitas. Enero se saltaba las normas de su estación con un excéntrico bien estar. La gente parecía salida de un curso on line en humanidad, sonriendo y mejorando su entorno. Se posponían para otro día las deudas y los noticiarios. El dulce calor del sol abarcaba la plenitud.
Los bichos sentían el celo primaveral y alegremente se buscaban. Los perros cagaban flores, los gatos polen. Bajo aquel sol todo merecía ser mejor.

El día llegaba a su fin antes de hora para quien se levantó con olor a membrillo al comprender que sería el último.
Se fue como se desvanece la ingenuidad: A pleno sol.

viernes, 2 de octubre de 2015

COSTA BLANCA


Recorriendo parajes de limpia luz, desquites de oscuridad, respirando profundamente como quien ahuyenta encarnizados olores luctuosos. Dicen que el movimiento esquiva pesares. Y que el salitre es la mejor receta para los apestados. Tener el mar cerca ayuda a curar cualquier herida de un error cantado. Deslizarse por la costa blanca es tan beneficioso como un blues en medio de una oración. Vivir sin un poco de veneno es soledad inalterable. No ser veloz es rendición. No ser rebelde es dejarse hacer. Y no fracasar es no habérsela jugado. Por estos lares el buen tiempo invita a apostar con todo. Quien no se excede, la vida se encargará de excederse con él, sin miramiento alguno. Las sacudidas son del tamaño de un volcán escupiendo traiciones. Y ahí te quedas, desnudo, desamparado, boqueando como un pez en el suelo al romperse la pecera. En este bendito paraíso, los pescados más indomables viven en el mar, que para eso lo tienen cerca. Y si asoman las branquias al cielo es para reírse de los pescadores con olor a cebo podrido. La costa blanca se hizo a costa de las almas sin luz. Quien no sabe arder, nunca se encendió. Quien no pisa arena no sabe limpiarse. Y quien no ha sabido vivir, difícilmente sabrá morir.