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jueves, 30 de junio de 2016

TODO PARA MÍ. II


Hoy el día cayó de pleno sobre él haciéndole un boquete del tamaño de una dinosáurica vagina completando su desaparición sin dejar apenas rastro. Ha sido un desastre tras otro. No se lo esperaba.
Ayer se las prometía muy felices las horas, vibrantes, enérgicas. Llegó a formarse un superior ideal de plenitud con expectativas directas a cumplirse. Nunca se había levantado más optimista y lleno de vitalidad, por tanto, fue directo al grano descorchando una botella de champán francés y volcando en la mesa de cristal todos los secretos que guardaba para la mejor ocasión. Tiró de recetas y agenda a la par. Respondieron su corazón y sus nombres de chicas en su teléfono. Quedó con ellas para el día siguiente, (una seguro, las otras dos quizá). Puso el aparato musical a toda hostia. Hizo bailes no reproducibles. Fulminó el hígado con la bodega y los pulmones con paquetes de John Player Special. Pasó el tiempo como un relámpago que es la forma en que pasa cuando te dedicas a celebrar los sueños a punto de cumplirse.  Parecía que todo fluía como un trueno aunque no se había movido de su gris sofá que a esas alturas iba por el techo.
Ayer se hizo hoy.
Una joven acaba la consumición y la paciencia en un bar del centro esperando nada. Coge su bolso y vuelve a casa con la ilusión intacta sabiendo que le queda champán y agenda a partes iguales. ¨Mañana todo será para mí¨, pensó.

jueves, 23 de junio de 2016

SIN PREOCUPACIONES


Esta noche hay movimientos rectilíneos calle abajo mientras en las habitaciones de hogares en orden los bienpensantes sueñan en redondo como orugas retorcidas chupándose los colgajos de sus hastíos. La mañana no espera encontrarse con furibundos inadaptados pero, sin abundar, los hay. Hacen un molesto ruido que, contradictoriamente, suena a cantos de sirena con zapatos de tacón de aguja, mientras las pantuflas se arrastran por los pasillos buscando inodoros donde mezclar lejía y orín. Nada acaba si no empieza. Nada importa si a nadie importas. Se ven discusiones sin permiso en el callejón. Se enfrentan absurdamente con argumentos paralelos y alguien acabará con la nariz rota, inservible para seguir la fiesta. Los tugurios más reputados compiten por tener la peor clientela. A tan solo tres metros y cuatro paredes hay un hombre que tiene a la muerte pisándole los talones sin él saberlo. La azotea se llena de incertidumbre juvenil suicida con un chico que no ve claro si decidir terminar su adolescente situación en un campo de borrachos o volver a su antro familiar.
Esta noche, sin preocupaciones se está mejor.