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miércoles, 31 de agosto de 2016

SE LLAMAN LOLA. (Dos años sin una)


Mujeres de acero, hijo y hermano de cera.
El calor me derrite, el frío me demora y mi amor se inflama.
He sido un cabrón con flecos a lo largo de la cortina de mi vida. Si me ensucio, me lavan, si me oculto: callan. Si hago un siete, lo cosen. Si yerro, me excusan. Si las olvido, nunca dejan de recordarme.
Vivo por ellas. Ellas viven por mí. Explosión y efervescencia, calidad y temperancia, solicitud y entrega.
Rugen mis tripas en un mar de desapego mientras el coral más luminoso acolcha con dulzura el desprecio entregado.
Si el malestar no me lo impide, tendré que devolver lo cogido, lo derrochado: a manos tan sucias como llenas.
Soy una bala perdida sin dirección en un atraco malamente planificado.
Hice de vulgar tironero bajo un sol de justicia. Pero no se puede robar en casa de mujeres de acero con navajas de plástico.
Mi madre se llama Dolores, mi hermana Lola y yo me llamo como a ellas les salga de lo más profundo de su luz.
"Pa suaves: ellas".
 

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