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miércoles, 11 de octubre de 2017

AHORA O NUNCA


Hay canciones que se tatúan en el alma y dejan a los tatuajes en la piel como superficiales lienzos para caricaturas, sobre todo en este tiempo de saturaciones que uniformizan hasta lo único y lo extraño. Hay canciones que vibran en el justo momento, que te acompañan para siempre haciendo de la ocasión su acierto. La apariencia es lo de menos, lo importante es que sientas que está hecha para ti y ello hace que la soledad más profunda sea levemente soportable. La oportunidad, el momento adecuado, convierte algo en principio vulgar, en pura magia inesperada. En todo mundo feliz, avanzado, resplandeciente en la riqueza y en el vigor, hay unas invisibles cañerías saturadas de podredumbre y hedor. En toda civilización aparentemente atrasada, sin lustre ni modernidad, hay una cultura subterránea tan floreciente que ciega si se mira con la adecuada amplitud de miras. Estamos inmersos en un triste complejo tejido oculto derramado brutalmente, dispuesto para que alguien sea capaz de develar su fugaz y alegre belleza. El descubrimiento tiene que ser ahora o nunca. Una canción de tres minutos y medio es lo que tenemos para tan ardua tarea. Y si alguien lo consigue, no sirve para el resto. Cada ser tiene su reto. Es único. Y tiene que ser ahora o nunca. Y con suerte, podremos tatuarnos canciones de todos los estilos. Al contrario de la piel, el alma al parecer, parece no tener fin. Y allí, en lo ideal de su extensión, es donde únicamente es posible ubicar los ilusorios tatuajes de la felicidad.     

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