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martes, 31 de octubre de 2017

SUEÑOS DE UN IMBÉCIL CUALQUIERA


Cada día que uso mi vida es una satisfactoria sustracción a mi muerte. Es una loca persecución entre dos pillos en la que el más imbécil siempre cree poder ganar. Por momentos me siento como una gran estrella del ¨Rock and Roll¨, si consigo ignorar las risas que intuyo provoca mi inquietante total carencia de percepción sobre las realidad más aplastante. Los huevos de cualquier imbécil son tan grandes que no le dejan ver su propia pequeñez. Me muevo con soltura por entre mis sueños devaluados, por entre mis inútiles distorsionadas capacidades, por entre mi incomparable magia a la que solo yo no le veo el truco. Si hay alguien que cumpla el cliché de que a mayor ignorancia mayor felicidad, ese sin duda soy yo. No conozco a un tonto mayor que yo. Soy tan feliz que doy pena. En cambio, vivir en ese alegre y lamentable error, me quita las penas. Estoy en mi derecho de creer que cada día, al levantarme, hay una sala repleta de seguidores esperando disfrutar del mejor de mis conciertos. Estoy en el camerino, afinando la guitarra que tras la actuación romperé, pensando en hacer los acordes de ¨Rock and Roll¨ más cercanos a las estrellas que nadie haya hecho. Las buenas vibraciones nos llevan lejos del suelo, las hipnóticas luces nos hacen sonreír en gustosa ceguera, y el alto volumen del sonido entra por las temblorosas orejas, hasta llegar a los excitados pies haciéndolos bailar al ritmo de un clímax interminable. Es solo ¨Rock and Roll¨. Es entonces cuando abro los ojos y veo la sala vacía, el silencio roto por despiadadas risas, y yo totalmente avergonzado al no recordar haber contado chiste alguno.
Cada día me levanto pensando que hoy será mi gran noche.
¨Lets Go!¨.

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