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sábado, 30 de diciembre de 2017

BAILANDO ENCIMA DE UN CABALLO (A Pablo el amazono)


Hay personas que son capaces de bailar encima de un caballo o de un ferrocarril sin vías. Tienen la extraña facilidad de sacar ritmo a una procesión de quietos, a una fila de beatas esperando la confesión o a una sala de espera en un gabinete experto en divorcios. Tienen la asombrosa cualidad de dotar de color cualquier dibujo al carboncillo, de hacer saltar a las lombrices o de quitar hierro a la peor metedura de patas. Son escasos los casos en los que te los cruzas, se diría que nadie los ha visto, pero existen. La oportunidad de verlos es tan ínfima como encontrar un político honesto en activo. Hay gente que está hecha para el baile y otra no. Hay pistas de baile, llenas de torpes bailarines, deseando que acabe la música y la bebida cuanto antes. Pero cuando aparece un bailarín adecuado en medio del caos, hasta al más inepto lo convierte en aceptable, hasta la locomoción más sin sentido parece tenerlo y todo cambia. Hay personas que hacen a las otras sentirse mejor y es difícil de creer. Es difícil creer que pueda haber alguien capaz de bailar encima de un caballo, quizá solo sea un rumor en una sórdida esquina, una ilusa aspiración en medio de una tediosa realidad, una necesaria mentira para zombis pusilánimes. Es como quien dice haber visto un ovni y no estar loco.
El otro día vi un hombre bailando encima de un caballo. Doy fe.  

domingo, 24 de diciembre de 2017

TE ELIJO CADA DÍA


Los libros rebosan mis estanterías derramándose hasta el suelo con sus palabras cargadas de sabiduría, tiempo y polvo. Siempre pensé que era todo lo que tenía, que era mi repertorio de riqueza, que no necesitaba nada más. Lo peor de fingir estar lleno es ignorar el crujir de tripas vacías y darle una equivocada procedencia.                 
Mi corazón, tan maduro como una orgullosa semilla sin capacidad de germinar por sí sola, latía como un mal monólogo sin aprender. Lo peor de no oír aplausos tras la actuación es creer que no los necesitas, que la audiencia no está a tu altura.
La estupidez del hombre se completa al pensar que el amor es un falso instrumento en medio de una banda militar sonando junto a los cañones de la verdadera guerra diaria. Por entre los cadáveres crecen las más épicas historias, los más inesperados finales. Benditas mentiras que alivian soledad y dolor.
Un día te dejaste elegir y desde entonces juntos hemos encarado las empinadas cuestas del descenso, los sombríos caminos de la pérdida y las verdades más ardientes. A tu lado, mis libros callan, mi corazón es puro temblor multiplicado y mi estupidez parece abandonarme sin nostalgia.
Si pudiera volver a vivir, en la infinidad del bucle, te elijo.