Google Website Translator

jueves, 17 de noviembre de 2011

OJOS HÚMEDOS

El brillo de sus ojos estaba empañado de lluvia platino, el corazón resguardado, seco.

La cazadora vaquera abandonada en un rincón lejano, la tarde hastiada de repetirse, la frente florecida de alfileres.

El tatuaje de la cintura resbalaba por la piel como un manchón de tinta aguada de tanto ocultarse.

Afuera, llovía a cántaros.

Adentro, la humedad pudría lentamente el contento, con perezosos segundos cual complacientes y sabrosas puñaladas.

Cada mañana movía la cucharilla del café obsesivamente, sabiendo que el azúcar de cemento no se disuelve.

También sabía que el jabón más caro no limpia la desdicha, porque cuanto más la deponía más fortalecida brotaba.

No había línea de ojos que soportara un ciclón de lágrimas, dejando sus pómulos condenados al hollín, aislados, negros.

Una temporada completa instalada en la tormenta.

Ella que nunca antes había visto llover.

Los países no necesitan un rescate, ni lo merecen.

Ella sí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario