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jueves, 28 de noviembre de 2019

DESPEDIDA


Tarde o temprano llegará la hora de desaparecer, de dejar el préstamo que es la vida, de ausentarse a ser posible sin molestar y con gracia. De hecho, entrar es el origen de una flecha que apunta a la salida. Hay quienes la recorren sin apenas hacerle muescas y hay quienes la dejan hecha unos zorros, irreconocible, inservible, borrada del mapa casi. Cuando llega el momento de volar lejos nos tiemblan las piernas, pero nos crecen alas y sin impulso, despegamos. Desde lo alto hay quien saluda, hay quien no mira atrás y hay quien escupe. La ley de la estadística dice que la gente se va como vivió. Si los vivos difícilmente cambian, no digamos los muertos. A la verdad se llega cuando encuentras inequívocamente tu propia mentira. La luz más clara te puede cegar tanto como la más profunda oscuridad. Volvamos al principio dijo un finado. Más pronto que tarde habrá que despedirse. Las formas lo son todo y habrá que elegir una. Se puede hacer aullando, con susurros o en silencio. Se puede hacer quemando las naves, dejando herencias suculentas o deudas inolvidables. Pero también es posible que nos pille a traición y sin plan que llevarse a la boca. Entonces mejor será no haber sido muy cabronazo para que no nos pite los oídos por toda la eternidad. Por tanto, mejor será irse sin ton ni son, dulcemente, de puntillas y cuando el resto mira para otro lado.    

domingo, 10 de noviembre de 2019

CARAMBOLA. (A Teresa, y de ella a Antonio)


Los juegos son felices divertimentos didácticos que se utilizan en la niñez para, cuando la hora adulta llegue, no nos amargue del todo. Es como decir, sonríe, antes de que el llanto arranque por peteneras. Hablemos del billar, un juego que transita entre las dos edades, convirtiéndose en deporte cuando alcanza la mayoría de edad. En él existe la carambola, y ahí quería llegar. Una vez conocí a alguien y supe desde el primer momento que podría ser mi compañera de juegos hasta que el cielo cayera al suelo, sin importar ni como ni cuando. Y ese alguien a su vez, hacía carambolas, y así el juego no acababa, se extendía. En el tapete había bolas de colores, Entre ellas había una que al golpearla parecía romperse con acento villenero pero, antes de desaparecer siempre conseguía recuperar la forma y el color. De la más temblorosa sensibilidad, surgen las piedras más valiosas. Quien es capaz de atravesar el fuego, no sin dolor, doblega al mal. Sigue en el juego, y las carambolas son caricias. Reponerse entonces es una dulce obligación. No rendirse es la clave. Estoy apuntando a mi querida bolica para que al salir lanzada haga carambola en tu pecho y te transmita amor, aun cuando el mundo esté pereciendo en odio. Mira, ahora que todo acaba, te damos el tiempo que nos queda. 

viernes, 7 de junio de 2019

HUERTA NUEVA (A Cati y a Felipe)


Cuando crees que la tierra que has estado pisando desde el primer sueño es un páramo estéril y terminal con arena de negra ceniza bajo tus pies, enfrente está el mar guardando en su incomprensible extensión tierra nueva más allá del fracaso.
Cuando crees consumido tu tiempo de inútil esfuerzo, queda la prórroga de los afortunados, la oportunidad de los vencidos, la redención de los malditos en un bondadoso azar inexplicable.
No todos tienen una América por descubrir. Yo sí la tengo. Ella me descubrió a mí. Se desplegó con toda su fuerza y me acogió sin preguntar por qué llegaba como un náufrago, ni si merecía su calor. Me hizo sentirme puro sin serlo. La nueva tierra me regaló un nuevo sueño acicalado de generosidad en el que hasta el más imbécil pisaría con delicada consideración. Mi América es la Huerta Nueva. Barrio atestado de personas gentiles, donde el orgullo florece con naturalidad desde el esfuerzo, el sufrimiento y el cariño más sorprendente. Allí está la Cati. Allí estaba el Felipe. Allí están sus vecinos que les quieren tanto como son queridos. Entré en sus casas y no vi casas, vi hogares. Allí tengo mi América. Y aunque ese jardín no se libra de soportar daño, inquina y muerte, solo deseo que cada cual tenga su América porque encontrarla dignifica hasta al más pintado e indeseable mortal. Doy fe.

viernes, 12 de abril de 2019

EL ALMA HUECA


Las almas humean de tanto frotar deseo y fracaso. La luz se pierde lejana como alma que lleva el diablo. Y la música tropieza por los borrones que producen lágrimas cayendo en la partitura más oscura. El calendario se detiene con lentitud hasta que duda de su futuro y obliga inverosímil volver sobre sus pasos al tiempo. La dirección se arruga como piel mojada cuando su gepeese deja de funcionar y confundida, lánguidamente pierde el norte. La separación forma dulces cúmulos de terror que se atraen y repelen por el magnetismo del desconocimiento. Lo de afuera siente curiosidad por lo de dentro y lo de dentro muestra absoluta indiferencia hacia lo de afuera, esto sucede los días pares y todo lo contrario los días impares, en un ciclo tan eterno como ridículo. Una delgada línea, inexistente en realidad, separa lo extraño de lo conocido con insensata tozudez. La carencia se convierte en miedo, el miedo en odio y el odio en destrucción y vacío. La totalidad es el remedio y está tan cerca que ni se ve. La parte pobre está a ras del suelo y la parte rica vuela. Quien puso el cuchillo y cortó las partes se desangraba de tanta soledad que, se dejó vencer por el miedo de pensar que tenía el alma hueca, sin comprender que solo se puede llenar lo de dentro si se deja pasar a lo de afuera, uniendo así lo que les separa. Sencillamente. Y en esa sencillez, se oculta la más titánica dificultad.  

viernes, 1 de febrero de 2019

TODO ES TRANSITORIO, MENOS AMARTE


Si fracaso en esto, fracaso en todo. Siempre pensé que poner la fe en un amor es como hincar nubes en la tierra o como helar el infierno con alocada convicción. Nada permanece. La ley del cambio fluye e irrumpe con fiereza alrededor nuestro dejándonos huérfanos de poder, convirtiendo la libertad personal en un guiñapo ridículo más parecido a un chiste sin gracia que a un digno logro. Abocados estamos a desaparecer en un ¨pis-pas¨, a no dejar rastro alguno, a ser una acumulada nada. Rugimos sin saber que en el vacío no se puede gritar. Sin saber que lo duradero no está a nuestro alcance. Lo nuevo envejece de forma abrupta. Hay tantos cambios que cualquier intento de adaptación resulta tan baldío como detener la pérdida de juventud con bálsamos, cirugía o vestimenta infantil. Los océanos se secarán, el sol morirá en medio de la noche y el mundo será despedazado sin tiempo para tener una mortaja decente. Todo esto pasará.
Pero me niego. Me niego a ser un realista de mierda. Me niego a dejar que mi amor por ti sea un temblor pasajero. Me niego a pensar que lo que ahora siento forme parte de la inconmensurable y vulgar transitoriedad. Y si para ello tengo que engañarme con falsos ensueños, lo haré. Quizá no te puedo querer realmente, pero nadie podrá decir que, en sueños, te quise. Y como la ilusión está a salvo de la realidad y del tiempo: Te amaré para siempre.