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lunes, 5 de marzo de 2012

PREFIERO NADA GRANDE


Caramelos pequeños de gran sabor expuestos en el kiosco de la plaza preparados para ser elegidos.
Bocas como lazos rojos en la clientela de un domingo inhóspito, dispuestas a tragar ingrávidos dulces de camino al hogar.
Por muy lejos que quede el control de la situación siempre quedarán unas migajas de opciones, por pequeñas que sean.
Lo que quieras podrás atraparlo con liviana libertad, con frágil decisión; si las alternativas no son inabarcables desde cualquier punto de vista.
El grado de frustración depende del volumen de expectativa.
Prefiero nada grande que me supere, aunque suponga hacer concesiones. En la concesión habita la grandeza. Y en lo grandioso, la mezquindad.
Fue un domingo de octubre cuando compré caramelos para dar sin que nadie me pidiera, para dar a mi oscura sombra cuando pidió lo que creía merecerse. Al menos la tuve un rato entretenida.
Convivir con tu vasta insidia es titánica tarea, mantenerla a raya, todavía más dificultoso si cabe.
Aprendí de un pequeño caramelo de gran sabor.
Descubrir las preferencias es tenerlas.
Lo que quieras te está esperando, si no es demasiado para ti.

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