SIN TI, DEJO DE SER YO

Un día desperté y comprendí lo poco que soy sin ti. No estabas cerca. Te busqué infructuosamente, me estremecí, olí mi miedo por tu ausencia. Al mirarme al espejo, no encontraba más que a un extraño. Al intentar hacerme una tostada, no encontraba el pan. Al hacerme un café, me salió un recolao. Al vestirme, solo conseguí un outfit equivocado. Y al salir a la calle, el cálido sol primaveral me heló la sangre, las vísceras, dejándome como quien reposa en una morgue con una etiqueta anónima colgando del dedo gordo de un pie cárdeno sin alma. Sentí mi muerte gris, y grité vuelve, vuelve, vuelve… Me asusta dormir si no estás en medio, si no sientes que te pertenezco, si no me hablas con tu piel. Me encuentro en tus ojos, y me pierdo sin ti. Amar es una herida abierta de entrega incondicional, y lo demás solo es un solitario ombligo umbilical de circuito cerrado. No juzgo la elección, simplemente elijo. Un día desperté y estabas cerca. Me sentí feliz, liviano, completo. Desayuné como un jeque árabe y salí a la calle con trazas de dandi. El huidizo sol de invierno me inflamaba suavemente la alegría, como quien recorre un inspirador paisaje de placer infinito sin etiquetar. Solo contigo me siento vivo. Joven, viejo, pero contigo. La elección está hecha. El día que no despierte, seguiré soñando contigo. Y no me importará una mierda no despertar.

NUNCA ES TARDE

Nada está perdido si las semillas florecen, los dolores se calman, y los pecados se redimen. No hay memoria que persista, ni daño eterno, lo que arde muere cuando el combustible se agota. En ocasiones el camino parece una pendiente hacia el fin, pero si lo recorres sin darte por vencido, igual rebotas, tal vez magullado, pero vivo. Atravesar el fuego no es renacer, es acumular cicatrices y precios que pagar por ello. Quien se cree invulnerable tendrá que hacer con su fe cenizas. Quien viene pierde. Es tan solo un tránsito. Un buen día, la luz se apaga y el calor llega a su fin. Solo nos queda el mientras tanto. Vivir se reduce a un instante y elegir qué hacer con ello es una tarea colosal, sobrehumana. Muchos mueren en el intento, pero quien no lo intenta, es un muerto en vida. Nada está perdido si llegas tarde al odio y eludes la estupidez. No es de locos luchar contra la locura, ni de infames pelear contra la infamia. Nunca es tarde para huir del error. Nunca es tarde para que cualquier dios nos coja confesados. Nunca es tarde para desaparecer con sutil elegancia. Nunca es tarde para que se quede buena tarde.