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viernes, 25 de febrero de 2011

KILOS DE AIRE

Guarda en tus cajones de la infancia todos los amores que llegan por el aire para que cuando estés viejo y deshecho te den el último aliento. Las despedidas pueden ser como navajas herrumbrosas o como labios carnosos. No hace falta estudiar empresariales para saber esto. No es necesario dejar pasar la vida, para al final darse cuenta de que se escapó.

Guardar en la cartilla de ahorros los abrazos no entregados es como poseer el martillo de Thor y no haber dado ni un solo golpe cuando Odín te lo arranca al darse cuenta de que estaba en manos equivocadas. Los dioses se despistan muy a menudo. O puede que sea más ridículo todavía guardar el poderoso mazo simplemente para colgar una lámina de esas eróticas encima de tu cama de hielo, a la espera de que alguien llegue y la derrita. Y como solo amaste a tu mano, la imagen quedó sin colgar y la mano sin amor.

Un buen día, un trabajador de la funeraria, buscando los papeles del seguro de decesos abrió el único cajón que tenía el difunto, encontrando simplemente un clavo y un condón, ambos caducados.

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