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viernes, 25 de febrero de 2011

MAÑANA SERÁ AYER

No queda tiempo para lamentar.

El sol volverá a calentar la tierra que cubrirá nuestro recuerdo por insignificante que haya sido.

Las lágrimas regarán con dulzura arbustos salvajes y estériles que como maleza ocuparán aleatoriamente manchones inmerecidos en el huerto cuidado de un monasterio bajo un cielo azul y virtuoso.

La lucha continuará a perpetuidad, dejando secos pellejos de ambos lados por el camino y serán letras muertas mezcladas e irreconocibles tanto de los versos necesarios como de los funestos. Y la locura se apoderará de la sensatez con una leve pátina de cinismo para sustituir burdas certezas por refinadas argucias.

No sé si ya he dicho que no hay tiempo para lamentos.

Vendrán cambios esperanzadores y serán estrellas fugaces dando paso al vacío más encarnizado casi al instante.

Mañana es sólo una estafa más. Pero si brilla, calienta, acaricia y seduce con una melodía arrebatadora, quedará justificado no lamentarse.

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