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jueves, 30 de agosto de 2012

OTRAS POSIBILIDADES



El aguacero me retiene, los cristales sudan sangre transparente, el silencio hace de borrador en la pizarra de mi mente y un chasquido del viejo frigorífico pone un mi menor distorsionado en la partitura de la quietud. 
Todo se asocia para que imagine otras posibilidades. 
Quizá debería aprender bailes modernos, coger un tren hacia la costa, poner en marcha por primera vez el lavavajillas y cosas así. Convertir palabras dulces en habituales. Tirar ropa vieja con los bolsillos cargados de textos superfluos. Visitar al dentista y sonreír con los labios apretados. Enterrar con mimo recuerdos irritantes. Y después bailar bajo la tormenta como un macarrón en la olla hirviente. 
Acabo de aprender un nuevo paso, una nueva forma de moverme por entre hierros retorcidos, por entre los escombros de una demolición profetizada.
Llegué a creer que tras el primer beso solo hay cuesta abajo.
Las nubes se despiden con gritos infantiles patinando en el asfalto de plata. Vuelve la multitud a mi cabeza. 
Y un crujido de la nevera pone la coda.

martes, 28 de agosto de 2012

LOS VIERNES CAMBIAMOS DE PIEL (Dedicado a Saray)



Algunos viernes como lagartos alados buscando el sol de mediodía bebemos cerveza en bares de nubes. 
Gente normal bajo focos de cariño se transmuta en seres únicos, aunque sea limitado a lo que dura un fin de semana. Puede provocarlo la fugacidad. 
Los brillos queman si permanecen. 
Lo previsible es de piedra. Lo inesperado infla globos de colores.
El baile es más divertido si nadie lo ha ensayado.
Dejemos que nos sorprendan si alguien hace que un martes sea un viernes. De seguro no lo hará cualquiera. El próximo lunes se encargará de ponernos en nuestro sitio. Al menos recordaremos que la semana anterior tuvo dos viernes.
La piel envejece, los huesos rodean hastío, el corazón se sonroja y los pulmones acaban ahumados.
Algunos martes son como viernes. Y suben hasta el cielo, los lagartos alegres, las pieles desechadas y los huesos más enterrados.

viernes, 24 de agosto de 2012

A TRES BANDAS



Al principio fue un subidón de primera, para la una y para el otro, menos para el titular del equipo, ignorante de que había partido. 
La mayoría de las veces la emoción se construye lejos de la cotidianidad. Tan lejos que puede bordear suburbios, flaquezas, abismos.
El billar es un gran juego. Arte de la geometría. 
Belleza en los tiros imaginados. Siempre que las carambolas sean golpes a tres bandas. Saltarse una de ellas oculta un placer, tan real en su trazado como inquino en su consecución.
Las burbujas engordan con facilidad. Con igual premura explotan. En medio vive la inconsciencia, para la una, para el otro y para el de más allá.
El engaño tiene millones de excusas. El engañado ninguna.
Mientras unos piensan que se lo merecen, otros sienten que no se lo merecen.
Al final el suelo atrae gravemente al que salta poco y el espacio estelar aferra al que mucho salta. Dos opciones para tres propuestas. 
No es un juicio de valor. Es simplemente ciencia.

miércoles, 15 de agosto de 2012

ROCK EN EL BARRIO



Los edificios nacieron ya viejos desde sus planos, con el cansancio instalado en sus cimientos, para albergar almas estafadas, allí donde las expectativas nunca harían acto de presencia. 
Cajones de hogares hechos para el olvido, sumideros por donde resbala el abandono. 
Masa obrera informe, buena para el esfuerzo y poco más.
Cuerpos extraviados en sórdidos callejones. Vidas sin dirección en encrucijadas de asfalto y hierro, allí donde Satán las recoge a manos llenas sin importarle cuantas se le escapan porque si Él no lo hace, nadie lo hará. 
El rock de barrio inca allí sus raíces con desesperación, tan rasposo como un leve viento abriéndose paso con susurros de cristales rotos. Igual que pequeñas  ramas salpican azoteas. 
Los límpidos corazones juveniles se preguntan por entre la suciedad y el desencanto si sus latidos tienen algún fundamento. En ocasiones, la coherencia les lleva al suicidio. En otras, se dejan suicidar por manos ajenas. No se puede enjuiciar a los barrios donde el juicio no llega.
En las noches de verano en casas sin climatización, las ventanas abiertas dejan pasar voces alzadas de furiosa ignorancia. Pero en alguna parte, donde conviven la basura, el alma y el corazón, unos acordes de rock de barrio gritan con ruda ternura  arrogantes lamentos de orgullo pese a todo. 

viernes, 10 de agosto de 2012

EL FINAL ACABA DE EMPEZAR



Lo imposible se advierte al nombrarlo. La encrucijada se pliega a una decisión errónea. Y la herida no deja de supurar bajo la venda. 
En la esquina se traman dobleces, en el cementerio vuelan folletos de una estafa y en los ojos crecen cataratas.
El seguro de incendios ha caducado cuando solo quedan cenizas.
La adicción se apacigua con fe y la fe toma el relevo anulando la perturbada razón.
Un tumulto se sofoca con individualidades, igual como el ego se diluye en la insatisfacción. 
El final huye del principio como el sol del hielo, pero son lo mismo. 
Trozos del puzzle se perdieron al sacarlos de la caja y nos obstinamos en componerlo, esperanzados y optimistas. 
Es posible que vivir sea inventarnos la vida. Y que no haya otra forma de hacerlo.
Si acabaremos mal, nos queda disfrutar del trayecto matándonos de amor, soñando flores al cruzar el camposanto, arañando risas a ceños fruncidos, contando abrazos en la guerra o jugar a que la desgracia solo pertenezca a los dioses.
Acabo de nombrar lo imposible, tomar el camino desacertado y quitarme la venda dejando la infección a punto de empeorar.

viernes, 3 de agosto de 2012

CULO DE GOMA Y CORAZÓN ENAMORADO



Amar es apagar el miedo a manguerazos de esperma. Sonreír frente a las noticias de un televisor llorón. Masticar y alimentarse sin comida. Disfrutar de las cosas que no se ven de tan pequeñas. Lavar el coche con el sudor sobrante de una noche sexualmente activa.   
Se enamoró de un culo de goma. Descubrió que la importancia no está en el objeto, está en el hecho. Vivió su historia de amor sin miedo al que dirán. La gente con temor encuentra dificultades para ser feliz. Lo normal se esconde en el cínico deseo de la imposición que se propaga como un virus en un cuerpo debilitado. 
Su chica de látex le daba todo sin quitarle nada. Él le regalaba flores de plástico, por supuesto. 
Vale que fuera parca en palabras, que no supiera cocinar, que no pudiera tener hijos. A cambio de esas menudencias, ella siempre estaba dispuesta y receptiva, sin quejas ni estériles discusiones, y además su piel no envejecía.
Las noches de primavera en el jardín eran inolvidables, sobre todo cuando después de la cena acababan desnudos en la piscina y ella flotaba como una diosa mientras él se hundía como lo hace un humano relleno de huesos creados para la fosa.
Aguantó lo que pudo. Hasta que la cercana muerte transformó la sangre bombeada de su corazón en miedo líquido.
Ella se recicló en una caja de cincuenta preservativos y él en orgánica materia dispersa en la normalidad. 
A su manera seguían dando felicidad a otros.