Fórmula compuesta de música y lectura que busca poner la piel de pollo. Con la música seleccionada debería bastar, pero debo juntar palabras de mi magín por hacer algo. Gracias por la visita.
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viernes, 25 de febrero de 2011
EN EL RESERVADO
KILOS DE AIRE
Guarda en tus cajones de la infancia todos los amores que llegan por el aire para que cuando estés viejo y deshecho te den el último aliento. Las despedidas pueden ser como navajas herrumbrosas o como labios carnosos. No hace falta estudiar empresariales para saber esto. No es necesario dejar pasar la vida, para al final darse cuenta de que se escapó.
Guardar en la cartilla de ahorros los abrazos no entregados es como poseer el martillo de Thor y no haber dado ni un solo golpe cuando Odín te lo arranca al darse cuenta de que estaba en manos equivocadas. Los dioses se despistan muy a menudo. O puede que sea más ridículo todavía guardar el poderoso mazo simplemente para colgar una lámina de esas eróticas encima de tu cama de hielo, a la espera de que alguien llegue y la derrita. Y como solo amaste a tu mano, la imagen quedó sin colgar y la mano sin amor.
Un buen día, un trabajador de la funeraria, buscando los papeles del seguro de decesos abrió el único cajón que tenía el difunto, encontrando simplemente un clavo y un condón, ambos caducados.
MAÑANA SERÁ AYER
No queda tiempo para lamentar.
El sol volverá a calentar la tierra que cubrirá nuestro recuerdo por insignificante que haya sido.
Las lágrimas regarán con dulzura arbustos salvajes y estériles que como maleza ocuparán aleatoriamente manchones inmerecidos en el huerto cuidado de un monasterio bajo un cielo azul y virtuoso.
La lucha continuará a perpetuidad, dejando secos pellejos de ambos lados por el camino y serán letras muertas mezcladas e irreconocibles tanto de los versos necesarios como de los funestos. Y la locura se apoderará de la sensatez con una leve pátina de cinismo para sustituir burdas certezas por refinadas argucias.
No sé si ya he dicho que no hay tiempo para lamentos.
Vendrán cambios esperanzadores y serán estrellas fugaces dando paso al vacío más encarnizado casi al instante.
Mañana es sólo una estafa más. Pero si brilla, calienta, acaricia y seduce con una melodía arrebatadora, quedará justificado no lamentarse.
jueves, 10 de febrero de 2011
TODO LO QUE ME FALTA ESTÁ EN TI
"Todo lo que me falta está en ti".
Y con ello nada más quedaba por decir.
Hay que ser muy valiente para reconocer el amor en otra persona. Convertir su carne en concepto, su olor en brisa y su piel en camino infinito.
"Todo lo que me sobra no lo necesitas".
Aún no todo estaba dicho.
Encima de pobre, tenía fama de embustero, pero digno de lástima por la montaña de carencias que atesoraba. Por faltarle cosas le faltaban hasta maldades. Para recia, su flojedad. Para luz, su sombra. Para fiesta, su entierro.
"Todo lo que me enfría tu lo haces arder".
Siguió palabreando aunque no fuera un político corrupto.
Cierto día siendo algo joven provocó ternura, cuando totalmente encabronado quiso ahogar a su mascota en el mar porque no le obedecía. Era un pez. Le llamaba "Alitas" y quería que volara.
"Todo lo que me falta eres tu".
Mas su objeto amoroso nunca existió.
Y con esto nada más dijo.
Lástima.
viernes, 4 de febrero de 2011
PIEL QUE NO CUBRE CARNE
La camisa rodea un desencanto entre dos pechos de bronce y miel.
La decepción solamente surge si antes hubo dulce ilusión.
Como un débil recuerdo la chica tiembla y se resquebraja, cuando la feria de las vanidades desecha lo que cínicamente ensaliva, para más tarde escupir sin culpa.
Si el sabor deja de sorprender, aburre.
La chica, modelo de pasarela cara, se sintió como una muñequita rota tirada en un contenedor, habiendo sido antes el objeto del cariño de una niña probablemente pura.
La meseta del éxito, árida e infinita, le puso al borde del delirio al no tener nada a lo que agarrarse y se abandonó a todo tipo de sustancias insustanciales. Distintos lugares, distintos cuerpos, distintas fiestas, pero iguales soledades. Y cuando se dio cuenta, ya era demasiado tarde. Había acabado con las reservas de fármacos, de champán y de abrazos extraños. La princesa no perdió el zapato de tacón alto y fino, perdió el suelo donde pisar.
Ahora mira a través de la ventana de una habitación de psiquiátrico y ve las nubes que un día no tan lejano cubrieron París.
jueves, 3 de febrero de 2011
LA MOSCA TRAS LA OREJA
Cierta parte del cerebro buscaba alguna sinapsis dudosa.
Todo empezó como un pelillo insignificante que por sí solo no es nada pero, si queda con muchos como él en la azotea, aparece una peluca.
Las células cerebrales ordenadas comenzaron a ponerse nerviosas ante una leve sospecha. El conjunto de partes blandas cumplían eficazmente con el guión establecido, hasta que un mínimo error de conexión dispararon todas las alarmas. Una chispa ridícula y muda llamó a un incendio de proporciones indeterminadas. El susto invadió la cordura. Los lóbulos levantaron las manos gesticulando como si dijeran "a nosotros que nos rebusquen". Total, que había un topo en algún lugar del sistema operativo.
El bulbo raquídeo inició un escaneo preventivo. Parecía estar todo normal. La capacidad cognitiva era la esperada, el área de Wernicke no obstaculizaba la escucha ni el habla y el hipocampo recordaba todo lo recordable. Pero las emociones estaban desatadas. Entonces el córtex prefrontal cogió las riendas y tras una larga deliberación a solas, determinó las causas de la sospecha: El tapado traicionero era el hipotálamo, enloquecido al ver una rubia bordando una copla que magistralmente popularizó Elvis. Algo comprensible al menos desde el punto de vista humano.