Fórmula compuesta de música y lectura que busca poner la piel de pollo. Con la música seleccionada debería bastar, pero debo juntar palabras de mi magín por hacer algo. Gracias por la visita.
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viernes, 30 de marzo de 2012
VISIÓN DISMINUIDA
jueves, 22 de marzo de 2012
BAILAR CUANDO LA PISTA ESTÁ VACÍA
Bien afeitao y ligeramente perfumado salía para llegar el primero a la discoteca del pueblo. Le encantaba el olor a ambientador industrial, no tener que hacer codo en la barra y pedirse un gin-tónic acariciado por los primeros hielos de la noche.
El equipo musical sonaba de maravilla cuando no había gente que hiciera de esponja absorbiendo las notas funky como trozos de magdalena dentro de un vaso de leche.
Sabía que su cuerpo no se dejaba llevar por el ritmo hasta el quinto cubata y la doceava canción pero, ese tierno itinerario tenía la certera placidez de un clímax anunciado.
Esa noche iba a ser mejor de lo que se esperaba. La clientela era tan escasa que la pista no empañaría de vapor los espejos que la rodeaban. Chicas, las justas: dos camareras, dos despistadas y la novia del pinchadiscos.
Comenzaban los acordes del tema revientapistas y él iba a sacar lo más oculto de su repertorio de baile, lo tenía decidido desde que su sangre volaba por su cuerpo como semicorcheas en un pentagrama ebrio.
Siendo amante de la vida nocturna un mundo perfecto le rodeaba: dos chicas para servirle copas, otras dos para entregarle sus amores despistados y una para poner celoso al de la cabina.
Me da cosa romper la magia. Más que nada porque me identifico.
La realidad fuera de su percepción había sido muy distinta.
Pero dejemos que sea feliz bailando mientras la pista siga totalmente vacía.
Puede ser patético, ridículo incluso pero, tanto él como yo somos inofensivos. Los bultos no ocultan navajas.
¿Bailas?
jueves, 8 de marzo de 2012
DE CAMINO A CASA
Huele a madrugada, las últimas luces de un pueblo, dos figuras que se adentran en una carretera estrecha y recta, huele a manos entrelazadas, un silencio poblado de sonidos pequeños, grillos, ramas, hojas, búhos, la cadencia sosegada de los propios pasos, andándose, ladridos que ladran a lo lejos, huele a agosto, a espliego, a sed, recuerdos, huele a asfalto, a cuneta, el brillo majestuoso de un cielo estrellado, cenital, dos cabezas que miran en una misma dirección, huele a verde, a tierra, a negro, huele a beso, a la distancia que separa a ambas cabezas de todo lo demás, huele a reloj de pared dormido en su cama, a paz, a siempre, el dulce hormigueo del amor sin palabras, huele al polvo del camino, el resplandor lejano de un motor que se aproxima, huele a unas décimas de frío, a chaqueta tejana, la felicidad del próximo amanecer, su tristeza, huele a hoy, a manzanilla, trigo, amapola, huele a pino, huele a qué, a máquina, velocidad, risas, vendaval, estrépito, gritos, luz cegadora, mole, huele a miedo, huele a frenos, a rueda que rechina, caucho desollado, el látigo que se dibujará en el asfalto, cuando amanezca, huele a tres segundos más y luego huele a nada, a pasmo, paréntesis, ruidoso silencio, dos corazones que bombean su sangre violentada, huele a flor de piel, huesos, músculos, nervios, dos espaldas reafirmadas en el suelo, el aire que se respira, el infatigable tránsito de las estrellas, su inmovilidad de años luz, su fulgor, una mano tibia que te acompaña, el largo camino de vuelta a casa.
Texto de Pepa Ruiz.
lunes, 5 de marzo de 2012
PREFIERO NADA GRANDE
Caramelos pequeños de gran sabor expuestos en el kiosco de la plaza preparados para ser elegidos.
jueves, 1 de marzo de 2012
ASTILLAS PARA UNA HOGUERA
Las manos atadas bajo un fuerte aguacero. Los dos revoloteándonos sin poder tocarnos, sin atisbar la tormenta, sin sentir el frío de las cadenas. Algo nos une al menos.
Dijiste que somos intercambiables, que somos piezas de un frágil puzzle de húmedos contornos bajo la necesidad. Algo nos une, contesté.
Los ojos obligados a mirarnos. Los tuyos, oblicuos y recelosos como hechos de un zarpazo. Los míos, saltones y confiados como los de un sapo capaz de creerse la fábula.
Hubo tiempo para el desánimo, la carencia, la congelación y el deterioro. Quizá no supe hacerle frente, espantado y desorientado como estaba. Quizá ese trabajo me esté eternamente vedado.
Algo nos ha unido, pensaba.
Llegó el maldito invierno para dejar la piel expuesta y erizada. Dijiste que los suburbios no son cálidos, que la voluntad tiene extrañas aristas, que el frío no desata pasiones.
Y yo dije que echáramos las astillas, todas, a una hoguera.
Algo nos une: las brasas.