Un viento fuerte, seco y salvaje horada mi piel en una llanura donde la razón no se divisa por la línea del horizonte.
Estoy a un paso de la extinción, malherido, fracturado.
Tengo una sed rabiosa, una percepción trastornada.
Mi sombra dibuja un diablo sudoroso y exhausto.
Sigo caminando bajo el dictado de un azar caprichoso, encubridor y fatídico.
Me alimento de cactus sin mondar, de preguntas retóricas, de bocados de mi propio desguace.
Tormentas de arena se han metido en mis ojos, vileza en el corazón, ansia en mi gana y no es el peor día que he tenido. ¿De qué puedo quejarme? ¿De pisar en llano? Otros viven en las grietas del mundo.
El mundo está diseñado para cabrones o para héroes. Los primeros abundan y sobran. Los segundos son contados y necesarios. El resto deambula por la llanura de la confusión.
Yo sueño con el llano para poder aguantar las arcadas, producto de saber que en realidad vivo en las grietas y que mi lugar no está precisamente con los héroes.
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