Estoy cocinando merluza para ti. Falta poco, algo así como una eternidad. Lejos está el sabor, el aroma, la satisfacción. A favor tengo los ingredientes, en contra el chef. Me equivoco de especias, de cubiertos y de mantel. El exceso de picante colaborará a que te excedas en la bebida. Menú engañoso para translucir mi fealdad. El cocinero tiene armas para seducir si el vino es abundante, los chistes malos y la cama limpia. El pescado perfuma el asedio, la salsa ayuda en el baile, el gorro oculta una frente más que despejada. Tras los vapores se empañan los defectos que transmutan en virtud. Tras el amanecer llegarán las risas, espero.
Para enamorar todo vale. Lo aprendí de los magos más ingeniosos. La ilusión vive en los ases que quedan por salir.
La gastronomía es mejor que mil palabras. Te dejas timar. Te ríes al pensar que un merluzo ha pasado el día preparando una merluza para ti.
Por muy buen cocinero que seas, no te engañes, el menú siempre lo eligen ellas.
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