Acabamos de contratar una habitación compartida en la costa del absurdo. La incomprensión está asegurada, la mugre también. Lo pasaremos de miedo en medio del caos. No habrá paredes que nos detengan, ni lujos que no podamos pagar. Aburrirse será un objeto en extinción. La vida latirá tan fuerte que incluso desear morir resultará placentero. En vacaciones hasta las ratas parecen sirenas, el lodo flores y los humanos personas.
Acabamos de contratar un todo incluido sin saber que no hacía ni puta falta, sin saber que al nacer ya veníamos firmados de casa sin nuestro consentimiento, sin saber que una gota de esperma rubricando un óvulo de nuestros progenitores es todo lo que se necesita para arder en el infierno, sin saber que es una estupidez pagar dos veces por el mismo artículo.
Acabamos de derribar las paredes del hastío con nuestras inocuas razones y miramos con desprecio a quienes dejamos atrás, sin saber que tarde o temprano, otra caterva de incautos nos dejarán igualmente tan atrás que dudaremos hasta de haber existido.
Somos comunistas baratos derribando muros que se volverán a levantar más altos y gruesos mientras celebramos la victoria.
Acabamos de cerrar por vacaciones.
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