El abandono produce inseguridad, rabia y confusión. Tras una ruptura quedan expuestas las heridas en el tablón de anuncios dejándote tan vulnerable y descosido que te crees incapaz de reconocer tus propios pedazos tras la implosión. Cuando inesperadamente se rompe lo irrompible no solo se llevan amor y sangre, te dejan con lo que nunca fue tuyo. Obligado a ser el muerto y el velador a la vez, el enterrador y el enterrado, la ausencia y el adiós, el utensilio inútil, la edad acumulada y la vejez. Quien más puso, más perdió. Quien más amó, más adelgazó. Los amores destruidos engendran locura, pero también oportunidades para el crecimiento. Caer en la mayor de las tristezas, ofrece una nueva visión. Cuando se agota la oscuridad, la mínima luz es el mejor de los estímulos para rebotar y saltar con renovado límpido ímpetu. Y en ese instante el recién estrenado orgullo vuelve a hacer de las suyas. Realmente nunca te había abandonado, tan solo habías olvidado que lo tenías. Y entonces sientes el abandono y la pérdida pasados como un tránsito de obligado cumplimiento para obtener una dulce venganza contra quien no supo ocuparse de ti, contra quien al abandonarte abandonó lo mejor que tenía y sin remedio, te perdió.
Fórmula compuesta de música y lectura que busca poner la piel de pollo. Con la música seleccionada debería bastar, pero debo juntar palabras de mi magín por hacer algo. Gracias por la visita.
Google Website Translator
viernes, 23 de junio de 2017
ABANDONO Y PÉRDIDA
El abandono produce inseguridad, rabia y confusión. Tras una ruptura quedan expuestas las heridas en el tablón de anuncios dejándote tan vulnerable y descosido que te crees incapaz de reconocer tus propios pedazos tras la implosión. Cuando inesperadamente se rompe lo irrompible no solo se llevan amor y sangre, te dejan con lo que nunca fue tuyo. Obligado a ser el muerto y el velador a la vez, el enterrador y el enterrado, la ausencia y el adiós, el utensilio inútil, la edad acumulada y la vejez. Quien más puso, más perdió. Quien más amó, más adelgazó. Los amores destruidos engendran locura, pero también oportunidades para el crecimiento. Caer en la mayor de las tristezas, ofrece una nueva visión. Cuando se agota la oscuridad, la mínima luz es el mejor de los estímulos para rebotar y saltar con renovado límpido ímpetu. Y en ese instante el recién estrenado orgullo vuelve a hacer de las suyas. Realmente nunca te había abandonado, tan solo habías olvidado que lo tenías. Y entonces sientes el abandono y la pérdida pasados como un tránsito de obligado cumplimiento para obtener una dulce venganza contra quien no supo ocuparse de ti, contra quien al abandonarte abandonó lo mejor que tenía y sin remedio, te perdió.
viernes, 16 de junio de 2017
SI PUDIERA HABLAR DIRÍA NADA. (Dedicado a Eneko, uno de los mejores productos humanos que conozco)
La negación es la fase preferida del adolescente, necesaria para cambiar la piel infantil por la que rodeará su próximo y propio carácter. Destruir para construir. Hay que dejar atrás lo que la familia y el colegio impone. Hay que salir de la obligación para desear volver, solo si vale la pena. Y si no, alejarse lo más posible, sin pena. Un, dos, tres, cuatro y que empiece la diversión. Lo que más valora un ser púber es la cantidad de confianza que en él se deposita. Puede parecer paradójico, pero es la mejor opción para que se maneje con responsabilidad, para que sienta realmente su vida como propia y para que haga de sus errores virtud. No hay fórmulas exactas que hagan ciudadanos modélicos, ni lo contrario. Lo que para unos puede ser estímulo, para otros puede ser freno. Quien piensa que su pensamiento es digno y modélico, sencillamente no piensa. Quien se compara, pierde. Tanta palabrería me pierde. Si la juventud no me hubiera abandonado tan ferozmente y pudiera hablar desde aquella maravillosa cima de inseguridades, asco y mugre, diría nada. Así es como agarro la negación de la que hablaba al principio, negándome a aceptar el final.
Sigo comprando champú para cabellos rizados y turrón del duro.
viernes, 9 de junio de 2017
RESCATE SUBJETIVO DE JUSTICIA
Dentro de los cabezas de limón había un autor que mis viejas orejas reclaman poner en un sitio de honor. He tenido que superar ridículos prejuicios y carbonizar centenares calendarios para no importar lo que piense nadie de mi opinión. Hay gente tardía y yo soy de los últimos, siempre es mejor mejorar al ritmo de los caracoles que persistir en la coherencia del error. La música está llena de maravillosos fantasmas que tan solo existen para los médiums. Aunque en este caso, el artista invisible una vez tuvo un cuerpo apenas triunfal. Evan Dando tenía un grupo que por aquel entonces no me interesaba, me resultaba blando e intrascendente y encima era ¨guaperas¨. Ya se sabe que el desprecio se nutre de la propia mediocridad cargada de orgullo y así otorgar justificación a la existencia. Pero, escuchar sus canciones me incomodaba de modo extraño. No aceptaba sentir que, a pesar de ser lo más alejado a mi gusto, me gustaban.
Fue un proto-grunge. Las melodías rebosaban en Nirvana y nadie se escandalizó por ello. La actitud de los Lemonheads tiene de todo menos postura artificial. Con el tiempo les fui siguiendo la pista y cuanto más se diluían en el desinterés del público y de la crítica, más los escuchaba en secreto. Leí un artículo que confirmó mi intuición, decía que el tal cantante iba arrastrándose por los escenarios y que teniéndolo todo para ser lo que hubiera querido, decidió no ser nada. Oigo sus canciones y veo a un creador insobornable, comprometido tan solo con su obra. Veo sus actuaciones en directo y sus ojos apenas se abren. Los acordes que utiliza son su personal expresión salidos con una extrema timidez y una abrupta sensibilidad. Hace poco ha sacado un antiguo trabajo con un sonido más cuidado y he leído un artículo de un crítico diciendo que tal vez todo lo que se dijo y lo que no se dijo de él, tan solo fueron leyendas urbanas. Él nunca tuvo culpa de ser guapo y talentoso. Los críticos y yo, siempre hemos tenido la culpa de no saber llevar nuestra carencia de belleza y de talento dignamente.
Fue un proto-grunge. Las melodías rebosaban en Nirvana y nadie se escandalizó por ello. La actitud de los Lemonheads tiene de todo menos postura artificial. Con el tiempo les fui siguiendo la pista y cuanto más se diluían en el desinterés del público y de la crítica, más los escuchaba en secreto. Leí un artículo que confirmó mi intuición, decía que el tal cantante iba arrastrándose por los escenarios y que teniéndolo todo para ser lo que hubiera querido, decidió no ser nada. Oigo sus canciones y veo a un creador insobornable, comprometido tan solo con su obra. Veo sus actuaciones en directo y sus ojos apenas se abren. Los acordes que utiliza son su personal expresión salidos con una extrema timidez y una abrupta sensibilidad. Hace poco ha sacado un antiguo trabajo con un sonido más cuidado y he leído un artículo de un crítico diciendo que tal vez todo lo que se dijo y lo que no se dijo de él, tan solo fueron leyendas urbanas. Él nunca tuvo culpa de ser guapo y talentoso. Los críticos y yo, siempre hemos tenido la culpa de no saber llevar nuestra carencia de belleza y de talento dignamente.
viernes, 2 de junio de 2017
DE AMOR Y DE OTROS ALIMENTOS
Estar enamorado es tener hambre infinita y no sentirse satisfecho ni con mil banquetes de exquisitos manjares. Es ser luz y no encontrar oscuridad capaz de tragarte. Es sentir como bailan tus pies en total quietud gracias al alegre e incontrolable temblor de un suelo con vida propia. Es reír sin motivo o arder sin llama. Ver como el intenso color rojo de un domingo se derrama con naturalidad hasta su lunes. Es oír el despertador como una magna obertura. Es hacer de la fascinación, hábito. Y de la gana, costumbre. Desde que ella llegó, yo dejé de ir. Desde que ella está, dejó de importarme donde yo esté. Y todo lo contrario. Simplemente soy y estoy mejor. A la humanidad le iría mucho mejor si toda ella estuviera enamorada el mayor tiempo posible.
Hasta aquí he hablado de amor, ahora toca hablar de otros alimentos. Sentir la frustración del desamor es tener el vientre lleno de nada y sentir la imperiosa necesidad de cagar todos y cada uno de los cristales en los que se convierte el corazón al romperse y, con la fuerza de la gravedad, bajar del pecho al estómago para hacer sangrar sus paredes con furia, como si nunca hubieran sido vecinos bien avenidos, como jode una comida putrefacta de digestión imposible. No estar enamorado es llevar alimento a la boca que ni fu ni fa. Sentir la indiferencia es comer solo en un restaurante con encanto y hacer la digestión cambiando de canal sin que nadie se enfade. O lo contrario.
Para poder estar enamorado hay que saber no estarlo, saber estar solo, alimentarse bien, y lo más importante, tener el corazón en su sitio.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)