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jueves, 18 de enero de 2018

LOS BUENOS TIEMPOS


Cuando la juventud te sobra y te abruma al intentar comprender su sentido solo deseas divertirte derrochándola. Y solo cuando la pierdes se hace comprensible. Funciona como los fuegos artificiales que son un montón de pólvora gris sin gracia hasta que explotan de belleza al quemarse en el cielo. La desaparición es virtud y la insistencia pesadez. Hasta que no te falta no te das cuenta de lo breve que es. Los buenos tiempos se suelen asociar con la plenitud juvenil, con el furor del éxtasis, con la inconsciencia de creer estar en el siempre. Las primeras sensaciones son tan poderosas que dejan al resto por vivir como un triste y vano intento por repetir lo que nunca volverá. Nos quedamos solos, si es que alguna vez estuvimos acompañados. Antes de que te des cuenta, la fiesta se acaba, y suele hacerlo de la peor manera. En el fondo tiene suerte quien se siente perdedor, quien ha tenido resaca, quien echa de menos al estúpido insensato que una vez fue. Algún día te levantas y no queda ni rastro de ti. Entonces, levanta la cabeza y mira hacia el cielo para descubrir en que colores se convierte la pólvora de la que estás hecho.   

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