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viernes, 5 de noviembre de 2021

LA LLEGADA

Quien viene a luchar necesita un oponente, quien viene a bailar no. De hecho, la danza permite cualquier circunstancia, estar solo o acompañado, hacerlo con música o sin ella, teniendo motivaciones como rabia o alegría, o no. Quien pelea contra alguien, se equivoca de enemigo. LLegar aquí es una loca carambola que sabrás apreciar si piensas en los muertos infinitos que te precedieron, o en los que ni siquiera han hecho, ni podrán hacer acto de presencia. Antes de existir hay una vasta nada de méritos echados a perder. Y si eres uno o una de esos al que le dan piernas, brazos y sangre, mejor será agitarlos en una pista de baile que en un cuadrilátero. Y no escuches a alguien que baila como un pato ebrio y que solo sabe pelear huyendo. Venir puede ser una bendición o una putada de las gordas. No saber que hacer es humano. Hacer sin saber, es pura necedad. La quietud puede ser una virtud, pero también puede ser la peor de las maldades. Si en medio de un baile pisoteas a alguien caído y te muestras indiferente a su derrota, seguirás bailando como un solitario triunfador colgao, sin darte cuenta de que la fiesta mucho antes acabó. Alguien dijo que pertenecer es fruto de la generosidad. En toda fiesta hay un tonto y descubrir que solo quedas tú en ella, pues blanco y en botella. Quien viene a bailar y no encuentra pareja, no es fatídico. Sí lo es para quien viene a pelear y no entiende que el único enemigo al que tiene que vencer es a sí mismo. ¿Bailas?

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