Todo el mundo necesita un hogar, pero no hay tanto calor para tanto frío. Hay casas sin amor, sin techo e incluso sin gente. En los buzones de una edificación recién terminada se acumulan avisos de desahucio. Desde el origen la toxicidad se ha desatado. Son tóxicos los préstamos a las constructoras, los planos de los arquitectos, los materiales y hasta los folletos publicitarios prometiendo hogares zanahoria. El mejor barrio es el que tiene más puentes. Allí, los mendigos no se atreven ni a pedir. En los puertos de ciudades con costa ya no atracan barcos, simplemente van a la deriva. En las promociones situadas lejos del mar los pisos pilotos no reciben posibles compradores, simplemente sufren atracos. Las casas prefabricadas hacen honor a su nombre y ni siquiera empiezan a hacerse. En estos tiempos la cosecha es tan improductiva que no da ni para zanahorias. Cuando no queda nadie para ser engañado, los trileros pierden el interés en mostrar su arte. Cuando no hay sangre que chupar, los condes vuelan blanquecinos hacia sus ataúdes de oro y grana. Todo el mundo necesita un hogar, sobre todo cuando las cosas se vuelven realmente difíciles.
Fórmula compuesta de música y lectura que busca poner la piel de pollo. Con la música seleccionada debería bastar, pero debo juntar palabras de mi magín por hacer algo. Gracias por la visita.
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jueves, 23 de enero de 2014
HOGARES ZANAHORIA
Todo el mundo necesita un hogar, pero no hay tanto calor para tanto frío. Hay casas sin amor, sin techo e incluso sin gente. En los buzones de una edificación recién terminada se acumulan avisos de desahucio. Desde el origen la toxicidad se ha desatado. Son tóxicos los préstamos a las constructoras, los planos de los arquitectos, los materiales y hasta los folletos publicitarios prometiendo hogares zanahoria. El mejor barrio es el que tiene más puentes. Allí, los mendigos no se atreven ni a pedir. En los puertos de ciudades con costa ya no atracan barcos, simplemente van a la deriva. En las promociones situadas lejos del mar los pisos pilotos no reciben posibles compradores, simplemente sufren atracos. Las casas prefabricadas hacen honor a su nombre y ni siquiera empiezan a hacerse. En estos tiempos la cosecha es tan improductiva que no da ni para zanahorias. Cuando no queda nadie para ser engañado, los trileros pierden el interés en mostrar su arte. Cuando no hay sangre que chupar, los condes vuelan blanquecinos hacia sus ataúdes de oro y grana. Todo el mundo necesita un hogar, sobre todo cuando las cosas se vuelven realmente difíciles.
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