Yo tenía dieciséis años y tú catorce, los demás ni nos importaba. Yo cosía ropa que nadie tenía narices para ponerse, tú, eras la sumiller más atrevida, la más lúcida y la más lucida.
Somos iguales en la intensidad del empecinamiento, pero distintas en la manera de ejercitarlo.
Somos diferentes hermanas, pero iguales hijas. Tú ríes y lloras para fuera, yo para dentro. Tú estás en mis adentros y yo en tus afueras. Somos alrededores de un centro querido al que se vuelve por gusto, sabiendo que podrá moverse pero no desaparecer. Somos hermanas. Somos y punto.
Te quiero hermana".
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