Cada mañana es una nueva oportunidad para llegar a la noche con el sol en tu piel. Cada minuto es un montón de segundos que puedes dejar acariciar por tu risa, como lo hace el viento con tu rudo pelo. Levanta tu cabeza con orgullo cuando la fatalidad intente doblegarte. El peor de los daños se desactiva ante personas de indemne bondad. Lo que puede ser un tropiezo insalvable para otros, para ti es un resto de cáscara de gamba roja por entre tus dientes que te quitas con cualquier palillo de bar de barrio. Conseguir la dicha solo está al alcance de quienes sufren sin merecerlo. Bebe café y enciende la radio para que todo huela a besos frescos, a abrazos con los pies descalzos sobre hierba recién cortada. No te faltará gente para ello. Pongamos el cielo en modo primavera y el corazón acelerado, para que nadie dude sobre qué coño hemos venido a hacer aquí. Si te fijas, poca gente se siente querida de la forma que tú te has ganado. Sal cada mañana a la calle como si todo estuviera dispuesto para ti. Y si miras con curiosidad y asombro verás que nada te falta porque allí estaremos como un ejército en perfecta formación con nuestras imperfecciones pero dispuestos a recibir tus justas órdenes. Otra cosa es que las cumplamos como es debido, ya nos conoces, somos arrebolados y enloquecidos pero tuyos.
Cada mañana es para ti. El sol y todo lo demás, también.
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