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jueves, 25 de agosto de 2016

PRIMERA LECCIÓN DE VIDA


Una asignatura fundamental que siempre ha faltado en nuestra educación es la de saber encajar contratiempos, decepciones y derrotas que, sin duda inundarán con sus insatisfacciones nuestras vidas. Podría llamarse ¨Fracasología cognitiva¨ y recibirla la chavalería los lunes a primera hora o, a diario tras el feliz recreo. Y tras cumplir la escolaridad obligatoria, hacerla permanente con postgrados sin-fin.
Como es algo que no existe harían falta un par de generaciones para preparar profesores solventes reciclados de la competición, plenamente ex-itosos.
Normalizar la imperfección, el desatino, la enfermedad y la muerte ayudan a calmar la frustración. Somos seres imperfectos, limitados y vulnerables. Y saber lo que somos es el mejor antídoto ante la desesperanza, aunque parezca contradictorio. Y no hablo de renuncias, hablo de poner en valor las ambiciones de los sueños que, por locos e inaccesibles que sean, sin darte apenas cuenta se pueden hacer realidad, o no. En general, no creerse mejor que los demás nos hace mejores, e incluso con capacidad para sentirnos felices y en orden con el cosmos, para sentirnos tan necesarios como lo son los demás, absolutamente todos los demás, hasta los inútiles como yo.
Esto no pretende ser un texto de autoayuda. Nadie tiene el secreto de nada, es más, aborrezco las varitas mágicas, solo sirven para distraerte mientras te engañan. O lo experimentas y te convences por ti mismo, o estás en todo tu derecho de vomitar con tanta palabrería de corta y pega. Hasta a mí me está dando asco tanta engominada fatuidad. Consejos doy, que pa mí no tengo.

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