Dentro habita otro que no soy yo. Va a su bola sin saber que es un parásito de mí y, por supuesto, no me da ni las gracias. Cuando me di cuenta crecía por su cuenta. En los primeros balbuceos sentí algo a lo que no le di importancia. Si yo iba a por el pan, él iba a por cerveza. Si yo juraba amor eterno, él salía sigilosamente de las promesas sin dejar un número de teléfono que echarse a los dedos recién evaporados de mi piel. Si yo ayudaba desinteresadamente a alguien, él le pedía remuneración. Si yo llegaba antes de hora a las citas, él llegaba tarde. Si yo obedecía a mi sentido del deber, él se debía a la incorrección. He vivido vidas paralelas sin poder evitarlo. Me he sentido mal y me he sentido bien. A nadie que le pase. Una vez un amigo me dijo si le podía dejar cincuenta euros y a la semana siguiente él le reclamó ochenta. Siempre me deja mal. Y si no estás atento, te acostumbras a sus cosas de cabrón. Igual me he dado cuenta tarde de que dentro de mí hay otro que no soy yo. Y a ese extraño debía combatirlo con uñas y dientes pero igual ya me ha ganado y ya no hay nada que hacer. Siempre me costó decir que no y, por quedar bien con él, he terminado quedando mal, muy mal, con los demás que no son yo. Dentro de mí ya solo queda él.
Fórmula compuesta de música y lectura que busca poner la piel de pollo. Con la música seleccionada debería bastar, pero debo juntar palabras de mi magín por hacer algo. Gracias por la visita.
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viernes, 5 de agosto de 2016
DENTRO HAY OTRO
Dentro habita otro que no soy yo. Va a su bola sin saber que es un parásito de mí y, por supuesto, no me da ni las gracias. Cuando me di cuenta crecía por su cuenta. En los primeros balbuceos sentí algo a lo que no le di importancia. Si yo iba a por el pan, él iba a por cerveza. Si yo juraba amor eterno, él salía sigilosamente de las promesas sin dejar un número de teléfono que echarse a los dedos recién evaporados de mi piel. Si yo ayudaba desinteresadamente a alguien, él le pedía remuneración. Si yo llegaba antes de hora a las citas, él llegaba tarde. Si yo obedecía a mi sentido del deber, él se debía a la incorrección. He vivido vidas paralelas sin poder evitarlo. Me he sentido mal y me he sentido bien. A nadie que le pase. Una vez un amigo me dijo si le podía dejar cincuenta euros y a la semana siguiente él le reclamó ochenta. Siempre me deja mal. Y si no estás atento, te acostumbras a sus cosas de cabrón. Igual me he dado cuenta tarde de que dentro de mí hay otro que no soy yo. Y a ese extraño debía combatirlo con uñas y dientes pero igual ya me ha ganado y ya no hay nada que hacer. Siempre me costó decir que no y, por quedar bien con él, he terminado quedando mal, muy mal, con los demás que no son yo. Dentro de mí ya solo queda él.
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