Para volver hace falta haberse ido,uno tiene que estar muerto para nacer.
Sin embargo, para sufrir se necesita cualquier ínfima cosa.
Para correr hacen falta un par de piernas en la imaginación:
La maleta preparada, deshecha tras un viaje lleno de fronteras. Cuños en el pasaporte, arañazos en la piel, detenciones inesperadas.
Si te dejan entrar, es que ya te han echado hace tiempo.
Una suave caricia en enero se puede convertir en una llaga purulenta en diciembre.
La estación está llena de cadáveres abandonados, unos por haber perdido el tren y otros por haber agotado los viajes.
La tormenta nos deja con una promesa: volveré.
La noche muere asaeteada por un incipiente amanecer y se puede leer en sus labios sus últimas palabras: esto no acaba aquí, dame tiempo...
Nunca se aprende lo suficiente aunque estés de vuelta, porque esto no es una raya continua, es un maldito círculo bello y perfecto.
Para saber dónde te encuentras sólo necesitas averiguar dónde están los demás.
De vuelta no está nadie.
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