Hinco las rodillas ante la materia de lo que estoy hecho. Cobardía y pusilanimidad.
Prefiero un sofá a un hervidero de dignidad. Un silencio al sonido de un cañón, aunque sea contra la barbarie. Un traje de hombre invisible y convicto al de superman declarado no culpable.
Prefiero un hotel a una tienda de campaña, agua calentita a ducha de legionario, reserva a entrega, huida a enfrentamiento.
Si no me mojo, no es porque sea de secano.
Si no cumplo con nadie es porque jamás pude cumplir conmigo.
Si me escondo en la fosa del limbo es porque allí quedé la primera vez que jugué al escondite.
Necesito amor y droga. Amor para que alguien ame lo que yo no puedo ni ver. Droga para aguantar lo que no puedo admitir pero, los camellos ya no me fían.
Aguanto porque, a pesar de mí, los acordes que me rodean no merecen una fatal sobredosis de desafinación.
Hinco las rodillas ante la materia de lo que están hechos los demás.
Sobredosis de droga, amor y vida.
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