Nada debo que el metal no cubra.
He dejado atrás manutenciones hipotecadas. Colaboraciones fraudulentas. Engañosos extractos de bancos. Palmadas en la espalda con los dedos cruzados. Pagos confiados de chequeras falsificadas. Besos que desecan mofletes sonrosados. Compartimentos nunca compartidos.
Os dejé mi manojo de llaves bajo el felpudo. Desesperé al no encontrar las vuestras.
Tengo lo que sé. Sé lo que no tuve.
Luminosas baratijas semejando diamantes.
Tomad lo que di porque no habrá más.
Si mi daño fue vuestro placer, aceptar mis debilidades os despojó de la jurisdicción para decepcionarme.
Lo que hubo allí se quedó.
Olió a descomposición menos para mí. Aunque para ser sincero, reconozco mi aportación necesaria de mugre, indolencia y necedad en aquel vertedero donde todos fuimos titulares.
Agradecido desaparezco. Si no fui importante entonces, no lo seré ahora.
No guardo rencor. Volvería a entregar lo que jamás quisisteis.
Si el tiempo supiera retroceder le seguiría como el relámpago al trueno.
Volveré a exponerme. Pero ante nuevos riesgos.
Lo dicho: gracias por todo.
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