Recordar sueños agitados preocupa. Vivirlos, ocupa.
Sentir la vorágine del mundo en una panadería, asusta. Comer el pan, alimenta.
El infierno fluctúa entre un horno de pizzas y un crematorio, para seguir nutriendo y atemorizando al personal. El tiempo correcto de cocción produce apetencias, mas el fuego excesivo las carboniza.
Arden nubes por vientos del sur que al enfriarse caen como barrotes afilados para esclavizar la tierra. Los sueños movidos acaban en inquietantes pesadillas.
Filmar sin pulso firme agita los guiones de las películas más lentas y aburridas, sin conseguir que dejen de serlas. El fracaso y la frustración revolotea con ahínco sobre todo plan de éxito. Persecución y alcance. Semilla y fruto. Carrera eterna.
Buscar es moverse, como encontrar es morir.
Una competición hacia el cementerio, anima cualquier reunión falta de chispa. Llevar el dorsal número uno, no asegura victorias. Se trata de correr y correr sin motivo como alma que lleva el diablo.
A sueños veloces no les atrapan vigilias.