Múltiples historias de aparecidos llenan periódicos sensacionalistas, trasnochadores programas de radio y revistas especializadas en ciencias ocultas. Nadie las cree hasta que, un buen día, por diferentes causas, nos tornamos sensacionalistas, trasnochadores y ocultos. Entonces, el atontamiento canaliza sobre cogedores contactos más allá de la razón. La locura produce religiones, mitos y fantasmas. Le llaman estabilidad necesaria.
Hay múltiples historias de aparecidos pero yo contaré una verídica: Era un lunes rasposo. Volvíamos a casa por una carretera secundaria tras un viernes extenso. Teníamos los cuerpos de arena, el alpiste agotado, las miradas perdidas y aun así saboreábamos felicidad con timidez.
Llegamos a una curva cerrada. Aflojamos la marcha. Y antes de volver al ritmo sensato, apareció una chica haciendo auto-stop. Había sitio en el coche y la recogimos. Olía bien. Estaba pálidamente maquillada. No hablaba mucho. A nuestras múltiples preguntas nerviosas contestó con sequedad: "no me habéis recogido, soy yo quien os recojo".
Desde aquel día vivimos en el pasado.
Hemos dejado de ser noticia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario