Esta noche se van a quemar hasta las llamas y no me lo quiero perder. Quizá no haya otro día tras la catarsis. Se acerca la frontera y más vale que te pille consumío y confesao. Hay que decidirse. Bárbaras apuestas fluctúan bajo el peso de la inmediatez engordando el río del caos. Se inflamará el agua como un eléctrico enamoramiento instantáneo. Esta noche va a pasar y levantaré el brazo cuando pasen lista y digan mi nombre. No hay límite de edad para el incendio.
Tú y yo patearemos la tristeza con furia hasta que no nos reconozca. Cualquiera se puede unir en este juego del escondite. Contaremos innumerables números hasta explotar como una invisible eyaculación de alegría. Convertiremos cualquier sinsabor en exquisito manjar. Convertiremos golpes en caricias y sombras en fulgor. Nos sobrará rapidez al decidir no dejar para mañana lo que hoy pueda arder. Si la frontera se acerca, la cruzaremos de un salto tan impetuosamente admirable que solo se podrá comparar con la impavidez que muestran las físicas moléculas al cambiar de estado.
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