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jueves, 31 de marzo de 2011

NATA CON FRESAS Y FALDA DE TABLAS

El trabajo estaba hecho. Tenía las mangas arremangadas, sudor empezando a enfriarse y un ligero temblor. Sentado y quieto contemplaba su obra. La tele escupía colores de dibujos animados, de esos que ponen al amanecer para que los infantes se tomen el desayuno sin pestañear, aunque no me creo que nadie esté a esas horas dispuesto a ingerir cereales con leche. No tenía noción del tiempo que pasó. Solo le venían dos fogonazos. Uno era el principio y se encontraba en el parque. El otro era el final y estaba sentado en su casa con una sierra en la mano. Pensó que no había imaginado lo dificultoso que resulta cortar cuando llegas al hueso. Todo era confuso, pero sentía una extraña calma tras el éxtasis. Unos finos hilos de sol entraban por la persiana incompletamente bajada. Le entró hambre y recordó las fresas con nata que la niña no se acabó. Se las engulló y usó como servilleta una faldita de tablas que había por allí. Se puso el pijama, se acostó y durmió como el niño inocente y puro que una vez fue.

El trabajo está hecho.

2 comentarios:

  1. Un relato estremecedor, casi terrorífico, con unos toques de extraña ternura. Me ha gustado mucho, pero mucho.

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  2. ostras que bueno este... me ha gustado especialmente, tienes mano para describir la tragedia...

    por cierto en el videoclip bailan como yo en el texola

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