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viernes, 29 de julio de 2011

SALTANDO SOBRE DUNAS DE ARENA SOLITARIA

Las puntas de los dedos llenas de arena solitaria, mágico poder, oasis reales llenos de dulce compañía, divertidos bailes sobre sepulturas vacías, agitación, risas de cóctel, penas que huyen a saltitos cortos, suelos que se mueven, belleza momentánea atrapada y pacificación agradecida.


Las palmas de las manos refrigeradas, trémulas cuerdas vocales tarareando, humo circular sobre las cabezas de los santos, coronas plateadas, nichos alegres compartidos, caricias como heridas, documentos sin datos, fotogramas reproduciendo placer visual y burbujas de saliva estallando en corazones con latidos coreográficos.


En las dunas de arena no se nota el desprecio, los cristales no reflejan sombras, las manchas son brillos, la moqueta es un solar donde se instalan naves industriales y los bolsillos son cooperativas.


Las puntas de los dedos metidas en una bañera se arrugan y sus surcos como de música en vinilo nos recuerdan lo felices que en aquel tiempo de arena fuimos.


Nos vemos en las dunas.


NI FALTA QUE HACE

No hace falta que no puedas darme tu amor. Yo te daré el mío y cubrirá holgadamente el de ambos.


Este texto era el mensaje de un telegrama encontrado en un centro de recuperación de papel y cartón. El trabajador que hizo el descubrimiento lo recogió con emoción mirando a su alrededor como quien se agacha a coger cien euros huérfanos. Lo dobló, lo guardó. Lo tuvo en su bolsillo toda la jornada y ya en casa, sin quitarse el traje laboral se sentó en la mesa de la cocina y desplegó con mimo el intrigante tesoro.

Empezaron las pesquisas. Leyó datos personales, fechas.

La firma de la destinataria era un borroso y rácano rayajo de línea nerviosa y desganada, como quien quiere acabar cuanto antes el trámite.

Supuso que fue ella la que depositó el telegrama en el cubo de basura para papel.

El trabajador no tenía que suponer cómo se sentiría aquel desconocido si conociera aquella declaración rehusada.

Se quitó el uniforme, entró en la ducha, quedó inmóvil bajo el agua el tiempo suficiente para superar el dolor, dejándose inundar con dulzura de su amor por ella que, como ondas distraídas rebotaban en los azulejos calmando su angustia, confirmando así la autenticidad contenida en aquel telegrama sin respuesta.


EL INDULTO DE LOS LOCOS

Me expuse al rumor del viento,…porque del viento nacieron rumores insidiando mi locura,….ni siquiera permití que la duda conspirara para derrotar mi esencia,….la pureza de esa esencia que es la demencia de otros,…la sangre de mi cordura,…y mi sentir ignoró aquellas palabras nacidas en la ignorancia,….aquellas afrentas custodiadas por personas que nunca existieron,…que están de paso sin huella en vidas que nacen muertas,…en almas arraigadas en la hipocresía de lo correcto,….me expuse al eco del miedo,…. porque el eco no acalló los desprecios continuos de la piel de los ningunos,….con la verdad de mi furia,…curtida en llantos lejanos,…cercanos,…con la fuerza de la indiferencia,….que daña pero no duele,….con lo autentico de la diferencia,…que sólo duele al que daña,…me acepté sin mas juicio que el de aceptar lo que soy,…y rechacé las compañías mentidas,…carentes de nostalgia,….y acepté las soledades sentidas,….profusas de placeres,….y dejó de importarme lo dicho por aquellos que tanto dicen,….que no dicen nada,…..y habité sin temor la condena de los cuerdos ,….y viví con placidez el indulto de los locos,….


Texto de Pepa Ruiz


sábado, 23 de julio de 2011

UN DETONADOR EN EL CEREBRO DE LA BESTIA

Dos huevos duros, café y tostadas en el desayuno igual caen rematadamente mal en el estómago de la Bestia. Por mucho que planifiques el día, por mucho que lo visualices es difícil hacer realidad una intención, una idea, una monstruosidad, aun cuando sea llevada a cabo por el mismísimo monstruo.

Esa mañana, fuera por lo comido, por los nervios o por su propia cantidad de podredumbre en la médula, le dolían las tripas y le sudaban las manos ya manchadas de sangre inocente antes incluso de derramarla.

Compró el periódico y veía su foto en primera plana con un titular del tamaño de una tormenta que despoja de sol a todo un país, pero que así evita que nadie sufra quemaduras, insolaciones o melanomas: El nuevo Mesías por fin viene para hacer justicia.

De camino a casa tiró la prensa recién adquirida sin haberla leído. Le mandó un mensaje de móvil a su madre bastante cariñoso, encendió una vela bajo la imagen de un santo y salió de casa dando un portazo.

Un día después, su madre sintió un inconsolable rechazo hacia su vientre y el santo de la imagen, incrédulo y espantado, apagó la vela con un último soplo mezcla de dos brisas: la melancolía y el fracaso.

No llegó el Mesías, llegó el luto.

viernes, 22 de julio de 2011

IMÁN O MURO

A ras de la hierba tras un salto de paracaidista aciago, a un milímetro de la piel deseada, a un segundo de la meta y al borde del abismo aparece una frontera inquietante que fluctúa entre ser imán o muro.

El loco azar se deja mimar por la inseguridad sin importarle el resultado.

Un misterioso arcano se baraja para ser elegido, una elección lo descarta.

Afuera se pudre el mundo porque antes floreció.

En un fracaso se oculta el secreto del éxito.

La oscuridad se suicidó con un hilo de luz.

Y un sencillo puñado de arroz venció al hambre.

En un callejón una vida malvive libre hasta que la muerte la esclaviza. O puede que morir libere y vivir enjaule. Imán o muro.

En muchas ocasiones veo muros, en contadas ocasiones veo imanes.

¿Cuántos imanes por muros necesitas tú para que esto merezca la pena?

Yo, tras dejar el hueco de mi figura en todos los muros traspasados sólo he necesitado un imán, uno tan sólo para seguir. Y cuando llegue el muro fatal que anule mi capacidad de horadarlo, dedicaré el último segundo de la llegada para recordar aquel bello y poderoso imán que siempre me ayudó a ver hierba donde sólo había arena, piel en lugar de mármol y diamantes donde sólo habían piedras pulidas por el óbito.

viernes, 15 de julio de 2011

LA PARED TIENE UN DESCONCHAO

El mayor desastre a veces empieza con un leve trastorno.

Un insignificante lunar que se transforma en cáncer. Una caída tonta que se convierte en una parálisis sin gracia. Un hueso de pollo que se cruza en tu garganta y te ahoga. Una pareja equivocada que te hace reflexionar sobre tu puta necesidad de tener que estar con alguien. Un bultito raro en la cintura que puede hacerte subir cien tallas de pantalón. Una llovizna que puede enviarte directo a una neumonía irreversible.

Dicen que fuimos protocélulas y nos hemos convertido en Humanidad.

El último día de nuestra vida empezó a gestarse el primer día.

La gente con el morro torcido y la leche agria eran bonicos de bebés.

También los malos pueden tener un lunar, sufrir una caída sin importancia, gustarles las alas de pollo, enamorarse de ellos mismos, salirles un garbanzo en la panza y todo ello bajo una lluvia de cojones.

Mientras escribo estos graves pensamientos miro de reojo un desconchao en la pared del tamaño de una mosca, yo, por si acaso, no lo toco, no sea que se desmorone la pared, la casa y el banco al que se la debo.

EL LUNES NO TARDA EN LLEGAR MÁS ALLÁ DEL DOMINGO

El domingo estaba agonizando como la posibilidad de colocar el pellejo en el mercao, como la ocasión desesperada por huir de la soledad.

Sus ojos agonizaban por culpa de unos alrededores anodinos; igual es espolvorear sal sobre el océano, echar una flor sintética a la tapa de un ataúd, comer pan con gachas o buscar tu nombre en una lista de desaparecidos.

Si recargas lo cargado te sale una bonita joroba barroca, él lo sabía y quiso poner remedios paliativos, aunque también sabía que no todo depende de uno.

Bien cenado, bien duchado y bien dispuesto salió a la calle, inquieto e inseguro pero decidido a conocer otras almas con hélices, o sin ellas, que tampoco era cuestión de ponerse muy tiquismiquis.

La esperanza no era su fuerte, ni el optimismo, ni el up, ni la seguridad en sí mismo.

Pero mira tú por donde, ese domingo casi gastado venció a su obligada muerte sin necesidad de desfibrilador.

Desde entonces, el dolor, la tristeza, el desencanto, la desesperación, la soledad y los domingos que agonizan, tienen sentido. Tiene sentido hasta el sufrimiento si alguna vez unas hélices de ángel te laminaron el corazón.

Un signo de sofisticación es cuando las rodajas han salido extremadamente finas.

viernes, 8 de julio de 2011

ABREVIANDO

" El vivir es tan breve que no vale la pena abreviarse los sentidos ni vetarse los gritos y tan breve es vivir que se pasan los días olvidándonos de su brevedad y tan breve es el tiempo que la risa se nos queda perdida y mas breve es el instante de la sonrisa, los instantes cuando gozamos y las horas cuando nos aman y amamos.

Breve es el beso que sintiéndolo se nos hace infinito y nos unimos a él abreviando todo lo demás.

Se nos escapan los recuerdos como películas en blanco y negro, breve es la lágrima aunque dure el dolor, instantes de amor que nos quedan perdidos en los huecos del silencio, breve es la película cuando tenemos a las persona amada a nuestro lado.

Tan breve es el amor aunque dure una vida y sin darnos cuenta vivimos abreviando."


Texto de Pepa Ruiz