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viernes, 26 de julio de 2013

LA LEY INGRATA IV



Me pillas buscando lo valioso que hay en mí. 
Dentro de un rato saldré de la cueva con la respuesta. 
Dificultosa búsqueda donde la luz no llega. Puede que me pierda si no recuerdo por donde entré. Hierros retorcidos jalonan mis sendas como escombros tras choques frontales con los pasajeros momificados. Aquí no llegan los bomberos. La cara se me llena de telarañas al acercarme a algunos rincones abandonados, incluso por las arañas. Oigo crujidos burlones al pisar caracolas vacías. En el estómago encuentro lápidas a medio disolver, huérfanas de muertos. Dicen que venimos de serie con un cielo y con un infierno. He dado ya dos vueltas y el paraíso que me toca parece no haber estado nunca aquí. Cuando salga pondré una denuncia por robo o por estafa. Algo se mueve cerca de lo que parece un antro. Son mis partes blandas quemando papeleras como furibundos manifestantes. Mejor refugiarme en la médula. Aprovecho para coger un nervioso y destartalado ascensor que me lleve a la parte más sensata. Hay ininteligibles voces gritando. Mas bien son gruñidos enloquecedores. Mi memoria miente más que recuerda. La razón me enseña tres cartas encima de un cartón para que elija una. Y la hipófisis me guiña el ojo derecho o el izquierdo indistinguible por un maltrecho maquillaje, a la vez que saca un pecho tan seductor como un pañal usado de la cuarta planta. 
Necesito que me pilles saliendo con la respuesta.
Gracias por haberme guardado lo valioso que hay en mí. 
Se hubiera ensuciado o perdido si me lo hubiera llevado dentro.

jueves, 18 de julio de 2013

LA LEY INGRATA III



Rodeados de un viento furioso nos buscamos como animales en celo. Es la pura ley escrita desde el comienzo. Nadie escapa a su destino. 
Hay matorrales en el salón que nunca antes había visto. Igual llegó la primavera y soy incapaz de notar su calor. Afuera florecen alcornoques, menos yo, siendo el mayor de todos. Quizá necesito salir pero, si no oigo tu llamada, soy incapaz de moverme. Y embobado veo como se me pudren los espermatozoides. Es tan entretenido verlos morir que lo de fuera me es indiferente. A no ser que oiga tu voz y me saque del ensimismamiento de golpe. 
He visto una flor en el sumidero, un gato callejero en el desván, una galleta en el armario. Es un hecho que necesito salir.
El móvil permanece siempre cargándose por si llamas. En llamas permanezco mientras espero. 
Hago planes para la fuga. Tras la estantería de los libros escondo una cucharilla de café con la que estoy haciendo un butrón. Tarde o temprano sacaré la cabeza fuera. Sabré que lo he conseguido cuando me azote el viento furioso, cuando suene el móvil o cuando un gameto mío se revele a la ley ingrata.

jueves, 11 de julio de 2013

LA LEY INGRATA II



En el sofá habitan pesadillas de todas mis siestas desordenadas en forma de ácaros fornidos. Sus aguijones se clavan como finísimos pelos al sentarme y los sarpullidos colorean de rojo la piel de mi descanso.
La televisión espolvorea cadáveres alrededor en diferido. Intento evitar que los fragmentos ensangrentados me sepulten antes de que la realidad se demore.  
Busco un mundo mejor en otro canal pero acabo cayendo al vacío desde el precipicio de la vigilia. Un golpe y un crujido me entrega al sueño más sucio, más vil, más mío.
Me niego a despertar si no te vuelvo a ver, si no está a mi alcance tu pelo, si no vibra en el aire tu voz, si no hay rastro de tu aroma para husmear.
Atenazado engullo pensamientos malsanos, trillados, purulentos. 
La realidad se me cae a pedazos vencida por un sueño sobrecogedor, igual que la vejez expulsa sin compasión cabello y dentadura. Bajo el sofá quedan huérfanos mis dientes y mis pelos. Sobre el sofá tengo un cuerpo decadente entregado a una victoriosa pesadilla.
He dejado de pelear al saber que no te volveré a ver.
El sofá es mi mortaja y el sueño mi condena.

sábado, 6 de julio de 2013

UNA NAVE INDUSTRIAL EN SU PECHO. (Dedicado a Santi)



Su pecho es del tamaño de una nave industrial. Es el único espacio que encontró para hacer una fiesta donde meter a su gente y se quedó pequeño porque había que compartirlo con su corazón. Con todo, organizó la imposibilidad quitándose de en medio, laminando su pulso, regalando sangre y vida a espuertas. 
Su semana solo tiene sábados por la noche. Su universo pertenece a la sexta dimensión. Pero no es para él. Es para quien se acerque. 
En la fiebre de vivir hay grados. Los hay que viven en el frío, y con suerte se conservan, pero la vida empieza a partir de calentones y evaporación. 
Su incomprensión del mundo es innata y dolorosa, pero nunca se ha rendido. Mi humilde tarea fue y será intentar no añadir obstáculos, no colocarle trampas, aunque conociéndome lo tengo jodido. 
Su calva cobija desiertos, y el que proporciona sombra recibe el sol de pleno.
Si alguna vez le desahucian de la nave industrial de su pecho no será por no pagar. Será por falta de gente compartiendo riego sanguíneo. La soledad lo mataría. Y la caja de cerillas que es mi pecho no soportaría la culpa y el asco que yo sentiría todos los sábados a la noche. Con el tiempo, igual…

viernes, 5 de julio de 2013

LA LEY INGRATA I



Dulce tarta de caos preparada para hornear mientras llegas. Los ingredientes salieron de mi ansiedad desperdigada por las lejas del frigorífico de mi pecho. 
El reloj de la cocina marca eternidades. La luz mortecina del atardecer asomando por la cristalera me presta un delantal burlón, inútil para esquivar salpicaduras de ausencia.
El horno precalentado acabará en llamas si no apareces. La tarta se secará con rachas ingratas de viento venidas del patio de luces.
Intento poner orden en el cajón de los cubiertos y descubro una guadaña que el demonio olvidó cuando le invité aquel otoño antes de conocerte.
La fiera vuelve cuando no estás. La pared recién pintada me recuerda la ruina que fui. Piedras amontonadas sin sentido hasta que tu mirada las hicieron muro. 
Cae una lluvia fina sobre la calle por donde vendrás, dando al asfalto un brillo de aceite como con brocha.
Una canción de tu gusto suena a lo lejos para adornar mi tortura.
Y yo miro la rancia dulce tarta de caos estampada en el cubo de basura.
Enfurecido busco la guadaña.
Un alegre timbre hambriento llega y retumba.