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viernes, 5 de julio de 2013

LA LEY INGRATA I



Dulce tarta de caos preparada para hornear mientras llegas. Los ingredientes salieron de mi ansiedad desperdigada por las lejas del frigorífico de mi pecho. 
El reloj de la cocina marca eternidades. La luz mortecina del atardecer asomando por la cristalera me presta un delantal burlón, inútil para esquivar salpicaduras de ausencia.
El horno precalentado acabará en llamas si no apareces. La tarta se secará con rachas ingratas de viento venidas del patio de luces.
Intento poner orden en el cajón de los cubiertos y descubro una guadaña que el demonio olvidó cuando le invité aquel otoño antes de conocerte.
La fiera vuelve cuando no estás. La pared recién pintada me recuerda la ruina que fui. Piedras amontonadas sin sentido hasta que tu mirada las hicieron muro. 
Cae una lluvia fina sobre la calle por donde vendrás, dando al asfalto un brillo de aceite como con brocha.
Una canción de tu gusto suena a lo lejos para adornar mi tortura.
Y yo miro la rancia dulce tarta de caos estampada en el cubo de basura.
Enfurecido busco la guadaña.
Un alegre timbre hambriento llega y retumba.

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