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viernes, 10 de octubre de 2014

AIRE


Entre la costumbre y la desazón se cuela un viento raro, capaz de dirigir voluntades, almas y deseos. La cotidianidad es una bola de plastilina en manos de un bailarín mutilado, indeciso y caprichoso. Al aire no se le puede pedir consistencia. A la locura no se le puede pedir sensatez. Y a mí, no me pidas nada. Soy aire de un viento extraño, inconsistente y arbitrario, danzarín sin coreografía ni compás.
El cielo es un huerto de nubes. El infierno, una fábrica de humo. Y yo, no sé lo que soy. Entre la burbuja y su explosión hay un vacilante aire incapaz de saber si es punzón o relleno. A la suerte le falta decisión. A la desgracia también, pero menos.
El aire es el arte de la improvisación. Vuela aburrido sin sentirse culpable cuando daña, ni orgulloso cuando beneficia. El aire es, simplemente, un niño con ganas de jugar. Yo también. Llámame inmaduro, mas no me busques donde no me puedes encontrar. Y, sobre todo, no me busques si alguna vez me perdiste.

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