La belleza del deterioro es un valor añadido cuando proviene de féminas sin pudor, de mujeres en calma ante la hecatombe, de cuerpos preñados de origen en el pleno y absoluto final. Ser ella es serlo todo. Nos traen como madres para llevarnos a la orfandad como pretendientes. Y si han desarrollado en su plenitud la autosuficiencia, nos matan. Cumplen su cometido fácilmente complicando el nuestro. Nos traen y nos atraen. Su fogosa generosidad nos da todo, al tiempo que todo nos quita. Salimos de sus vientres para pasar toda nuestra existencia deseando volver a ellos. La orfandad se nutre de nacimientos como la enfermedad de salud. Ellas lo saben y aun así continúan engrosando la lista de la continuidad. Parece que les haga gracia parirnos. No nos preguntan. Ni falta que hace. Saben que el espectáculo debe continuar.
Es su tozudez lo que las hace adorables a pesar de todo, a pesar de nosotros.
Tienen todo. Y todo lo dan.
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