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jueves, 12 de febrero de 2015

EL DOLOR NO SIRVE PA NA


Los galones que otorga el sufrimiento no los quiero, siempre se me clavan en la piel atravesando cualquier tejido por grueso que sea, da igual que lleve ropa de invierno, siempre me jode su dolor. Como dijo aquel: tengo más querencia por el hedonismo que por el nihilismo. Y mira que queda bien saber encajar los golpes pero, es que: no puedo.
Soy más de besos y arrumacos, de palabras dulces cerca del oído orillando peligrosamente el empalago, de superar dificultades con faltas de asistencias injustificadas o de soportar sobreexposiciones a los obsequios más furibundos.
Tengo las suficientes horas de vida para no ir contra mí, solo por no parecer lo que no soy. Ello no me hace mejor pero sí aligera mi desagrado al verme y juzgarme.
El dolor no sirve pa na. Lo digo cuando lo siento pero ¡maldita sea!, he de reconocer que una vez superado me ha salvado de ser un completo y redomado imbécil. Y lo malo es que, al tener una inteligencia low cost y la memoria de un politoxicómano tras un festival semanal con todo gratis, mi capacidad de aprendizaje es casi nula.
Tengo horas de vuelo. Y no me han servio pa na. Pero las doy por buenas porque, junto al dolor, me han hecho comprender que no puedo culpar a nadie, de cómo quedará mi foto, de viajero estrellado, en la lápida.

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